Los diarios nos señalan el avance del narcotráfico en nuestro país, los periodistas citan investigaciones, de las existentes y de las falsas, que concluyen que el país cada vez se integra en un rol más protagónico a un negocio de alcance global, los funcionarios oscilan entre las contradicciones propias y la enunciación de ideas no del todo moldeadas respecto de modificaciones en el aparato jurídico que nos liberen del "flagelo de la droga".
Estoy tentado de decir que así como la serie que emite canal 9 y la figura de Escobar Gaviría, la "problemática" de la droga y el narcotráfico en su nivel más grandilocuente es una moda. Una exageración totalmente temporal de un fenómeno existente, de un proceso dinámico de desarrollo de una actividad económica, que se diluirá en medio de un acostumbramiento generalizado a la presencia de un par de crímenes semanales en los policiales de los diarios y los noticieros.
Por eso, mejor tomar el tema desde alguna arista un poco más interesante, y menos relevante tal vez en el plazo más corto.
El asunto pasa por la ilegalidad del consumo de drogas. La arbitrariedad jurídica, la discrecionalidad legislativa ha dado que en este tiempo y espacio confluyan por un lado la prohibición del consumo (y como correlato, de la producción y la distribución) de determinados productos manufacturados de origen agrario por razones de salud pública e higiene social,al mismo tiempo que la vida social y la idiosincracia le otorgan cierto prestigio a los efectos de ese mismo consumo en algunos nichos o grupos sociales, lo cual deriva en un considerable grado de deseabilidad que en términos económicos constituye demanda, o sea, oportunidad de negocios.
De manera tal que las figuras más relevantes del narcotráfico son, en sentido estricto, empresarios exitosos que a fuerza de aprovechar estas condiciones favorables comandan multinacionales (clandestinas, lo cual sobrevalúa su éxito), que hábilmente abarcan el negocio en sentido vertical, y que cuentan con un margen de maniobra que les permite aumentar su rentabilidad a niveles escandalosos simplemente por el hecho de que la prohibición legal revalúa la administración de la dificultad y el riesgo de operar. Este detalle decisivo es el que hace que el ejercicio de la violencia y la impiedad para administrar reprimendas sea un rasgo diferenciador de estos sujetos, respecto de los empresarios de la legalidad que tienen un sentido menos desarrollado de la frontalidad.
Con los flujos de dinero surgidos de la renta extraordinaria los más hábiles de estos empresarios se juegan a hacer política. Intentan aprovechar espacios que por impericia el estado legal (que en el campo de los deseos se pretende omnipresente) deja vacantes, para extender redes de contención social, generar empleo (de dudosas condiciones, pero que a falta de algo mejor...) y satisfacer demandas sociales asociadas a factores materiales y simbólicos. Esta construcción política la llevan a cabo a los fines de torcer la correlación de fuerzas que define la continuidad del aparato jurídico.
El estado nacional burgués surgió más o menos de procesos similares. a partir de la utilización de los excedentes de actividades ilegales como el contrabando, para la construcción de proto-instituciones que fueron dando respuestas a los interrogantes que a los pobladores se les generaban a partir de las carencias que las instituciones formales no alcanzaban a paliar.
En definitiva, un proceso al final del cual la mafia ilegal terminó por imponerse a la mafia legal, lo que por la correlación de fuerzas favorable le permitió establecer un nuevo orden jurídico sustituto del aparato jurídico que normaba la vida social hasta entonces, y que a partir de ese momento le daría legitimidad a las fuentes de acumulación de capital otrora ilegales.
Para neutralizar este potencial movimiento histórico la burguesía debería condescender a asimilar a estos empresarios con mala prensa, pero que así y todo no tienen nada que envidiarles en sentido moral a los "honorables" empresarios que tuvieron la aptitud biológica de heredar el "expertise" en negocios que la arbitrariedad histórica del estado no mantenía bajo prohibición estricta en ese momento.
Sería complicado, porque dificultosamente señores honrados como los Blaquier, los Roca o los Bulgheroni, así como los herederos de la señora Lacroze, se permitieran compartir cenas de camaradería con personajes de tan dudosa moralidad como el efímeramente famoso Mameluco u otros pobladores de countries de la zona norte.
En estos pormenores se juega el futuro de la legalización de la producción y comercialización de drogas. Aunque lamentablemente, la escasa capacidad de las burguesías de darse una visión de largo plazo, de supervivencia de clase puede terminar dejando sin conducción eficiente al ineludible proceso.