martes, 29 de octubre de 2013

La ley de medios

Los efectos sobre la tenencia de activos van a ser mucho más limitados de lo esperado, al menos en un principio.
Porque Clarín no se va a desprender de parte de sus activos sin resistencia. Lo que se inicia ahora es un feroz proceso de negociación.
El cual no está exento de chicanas. Por el fuero Contencioso administrativo, Clarín puede iniciar acciones por el perjuicio patrimonial.
La presentación del plan de adecuación seguramente ameritará que AFSCA haga varias observaciones. Nada de lo que viene por ahí será fácil.

Ahora, por más que Clarín no se desprenda diligentemente de sus activos, no puede evitar que los mismos pierdan parte de su valor.
El hecho sagrado será interpretado libremente como un efecto de la aplicación de la ley de medios, que viene a corroborar algunos de los planteos que Clarín llevó a cabo durante el proceso: la deliberada afectación patrimonial.

Sin embargo, la lectura más plausible es otra: el mercado está descontando la confianza de los inversores en que el Grupo tenía un poder de lobby suficiente como para obtener un fallo más favorable, no tan duro. La pérdida de valor de las acciones de Clarín no es consecuencia de la futura aplicación de la ley de medios, sino de la fallida obstinación del grupo en negarse a cumplirla.
Ningún otro grupo económico de los presentados a la adecuación de forma voluntaria sufrió una caída en su cotización tan fenomenal como la que le espera a Clarín. La estrategia de inflación de activos mediante la pretendida influencia en la dirección de las decisiones institucionales se encontró con un inesperado límite. Y las consecuencias son considerables en el plano financiero.

Supongo que al menos una parte del directorio va a ser seriamente cuestionado a partir de ahora.

sábado, 26 de octubre de 2013

Braden o Chevron

A partir de una nota del diario neoyorquino New York Times, que fue aprovechada por algunos medios locales con un delay más propio de un tiempista que espera dar un "batacazo" en la agenda de plena campaña electoral (aunque al final sin mayor éxito, digamos) se instaló en ámbitos muy reducidos de discusión el debate sobre las supuestas cláusulas secretas del acuerdo YPF-Chevron.

Sin entrar en los detalles que trata apropiadamente Krakowiak en Página 12 de hoy, podemos sí dar una visión de cómo funcionó el circuito de divulgación de la no-noticia, que casi no despertó entusiasmo ni siquiera en los habituales operadores.

Lo que cabe decir es que el acuerdo YPF-Chevron es un asunto demasiado complicado como para tratarlo desde el consignismo de lo que es "nacional y popular" o de la "soberanía sobre nuestros recursos", o (visto desde el otro lado), con la pantomima de la "seguridad jurídica" o las "oportunidades de negocios".

En realidad, NYT me parece que trató de presentar una noticia que justificara o al menos aportara nuevos elementos de análisis a lo que en algunos nichos inversores de EEUU se ve como una locura: una inversión millonaria de una empresa norteamericana, en asociación con una empresa estatal, en un país "anti-mercado" que hoy por hoy tiene prohibida la remisión de utilidades, que encima implica una transferencia de tecnología desde la empresa privada a la empresa estatal que no cuenta con dicha tecnología, y donde las riquezas todavía no superan el status de lo potencial porque nadie está produciendo nada no convencional ahí.

Es decir, mientras acá algunos más radicalizados ven el acuerdo como una entrega lisa y llana, en Nueva York tratan de convencer a los fondos de inversión más buitrescos, más Tea Party, de que Chevron obtiene réditos de invertir en Vaca muerta, que no está subestimando el riesgo de la inversión y que no está cometiendo ninguna locura ni subsidiando a una proto-dictadura tercermundista populista y enemiga del american way of life.
Para decirlo claro, cada uno habla para su público.

En el medio se cruzan operaciones políticas  y mediáticas de los que quieren llevar agua para el molino propio (es lógico esto, pasa siempre y hasta es sano, lo que no sería sano es que se le diera más importancia que la que tiene, cosa que en este caso por fortuna no ocurrió), entremezclando las líneas discursivas entre emisores y receptores, en algunos casos con la mezquindad del que tiene una quintita muy chiquita que defender, como el señor Hadad (que...no era K?) y pasan estos "malos entendidos" que se propagan con la misma lógica del teléfono descompuesto, pero potenciados por los efectos de la comunicación en red y la "viralización".

O sea, podemos decir que el acuerdo con Chevron es parte del mismo "giro a la derecha" que el gobierno empezó a dar en mayo del 2003.

martes, 22 de octubre de 2013

Las recetas anti-inflacionarias y la metáfora de la fiebre y el termómetro

Principal enemigo del "giro a la derecha"
La inflación, como sabemos, es un flagelo tremendo.
Pero es también de alguna manera un vaso comunicante entre distintas clases sociales. Porque tiene efectos muy nocivos sobre la suerte de los pobres, aunque es una fuente de preocupación discursiva casi exclusivamente de los ricos.

Así, es común ver a señores multimillonarios y con grandes intereses de negocios en cuya representación suelen manifestarse, que hacen un alto en su actividad lobbystica para expresar su preocupación sobre un tema tan uritcante como éste.
A esta situación nos llevaron los kerner: a que personajes siniestros como Cristiano Ratazzi, Miguel Ángel Broda o Luis Betnaza, a quienes cobrarles un impuesto puede ser más difícil que afanarle una banana a un chimpancé, se desentiendan momentáneamente de su tarea y muestren una inédita preocupación por los efectos nocivos que el "impuesto inflacionario" tiene sobre el poder adquisitivo de los asalariados y los pobres (que por culpa de los kerner y los gobiernos anteriores, en un ítem en el que sí puede establecerse líneas de continuidad entre los "modelos", no siempre son lo mismo).

En este lapsus de altruísmo, no habitual en hombres de negocios, suelen éstos y otros personajes parecidos recurrir a metáforas. La economía es una ciencia que en su etapa divulgatoria hace proliferar las metáforas, tal vez como reminiscencia poética de personajes que quieren en su fuero íntimo que se los considere sensibles, a diferencia de la representación social que se ha hecho sobre ellos (los hombres de negocios y sus justificadores científicos, los economistas) de que son personas frías.
Así, desfilan la "frazada corta" (sustraída al periodismo deportivo), "la foto y la película" y también "la fiebre y el termómetro".

En este último caso es frecuente escuchar alocuciones como la siguiente: "para 2007 cuando al paciente le empezó a subir la fiebre, el gobierno, en lugar de intentar bajarla, decidió romper el termómetro, interviniendo el INDEC".

Pero lo curioso del caso es que dos frases más tarde, y ante la eventual pregunta de qué habría que hacer con la inflación, los mismos analistas deciden con tono de respuesta definitiva e indubitable: "lo primero es recuperar la credibilidad del INDEC".

O sea, la importante infección que estaría provocando, como síntoma, la suba de la fiebre, ante lo cual el gobierno decidió romper el termómetro, para ocultar el síntoma y por ende no atacar la infección que la causa, se solucionaria de manera muy sencilla.

Habría que hacer las previsiones presupuestarias necesarias para definir las partidas a utilizar en pos de conformar una delegación de notables expertos que determinen con carácter urgente la necesidad imperiosa de realizar una expedición en busca de una farmacia en la cual se decida la adquisición de manera impostergable de una herramienta de medición adecuada para la situación que impera.

De modo que la terrible infección desaparecería, al parecer, con la simple compra de un termómetro nuevo.
Me parece que detrás del festival de contratos de auditoría, revisión y desarrollos técnicos que supondría tal tarea nos están ocultando el verdadero tratamiento: la administración de importantes dosis de corticoide, única droga reconocida por la medicina oficial de occidente para combatir este tipo de infecciones.

Y da para pensar lo impresentable que será el tratamiento, como para que suene más dulce la promesa de instalar con fondos públicos un maxikiosco de usufructo pleno por parte de una corporación profesional.

viernes, 11 de octubre de 2013

El arreglo con el Banco Mundial

Una que me sale bien e igual me la critican?

La Argentina negoció saldar las sentencias que el CIADI les había otorgado a 5 empresas ignotas (si digo Azurix, Blue Ridge, alguien sabe de qué corno estoy hablando? Bueno, esos fondos de inversión durante la convertibilidad invirtieron en acciones de empresas de servicios públicos privatizadas y según el tribunal del Banco Mundial se vieron perjudicadas por la devaluación de 2002; raro que no les hayan cargado las acreencias a la cuenta de "los mercados"; ¿o no eran "los mercados" los que decidieron la devaluación?).

Esta decisión de otorgar Bonar X y BODEN 15 a estos buitres menores por una parte de lo que el CIADI considera que se les debía dar y con compromiso de reinversión de una parte de las utilidades obtenidas por la tenencia de estos bonos destrabó automáticamente el flujo de créditos que habitual y regularmente otorga el Banco Mundial a países de todo el mundo (incluído Argentina hasta hace 2 años), lo cual demuestra que la actitud del BM de cortar dicho flujo era un apriete liso y llano pàra que Argentina acatara la decisión del tribunal al cual le cedió su soberanía jurídica cuando se sumó al régimen de protección de inversiones (en la convertibilidad, y nunca se modificó, aunque estos diferendos remiten a la convertibilidad por lo cual si ahora Argentina renunciara al CIADI igualmente se vería invitado educadamente, o sea a través de obturación de líneas de crédito, a pagar lo dispuesto en estas sentencias).

Estos hechos despertaron algunos posteos recomendables por parte de Abel y El Bosnio.
Yo respeto el planteo y las dudas que ellos señalan, pero quiero agregar algunas cositas.

Primero, lo dicho. La vuelta a los mercados consiste en retomar un flujo de ingreso de divisas que entre 2002 y 2011 funcionó con normalidad, y que sigue funcionando en el caso del BID.
Segundo, independientemente de si las tasas son fijas o variables (tal es la duda que VictorLustig plantea en un comentario) al tratarse de programas especiales, la refinanciación de estos créditos no se hace a tasas de mercado. Las condiciones son mucho más flexibles. Lo cual minimiza el riesgo de que por estos créditos la deuda sufra incrementos de impagabilidad. De hecho, estas líneas y las del BID no se cortaron ni aún con el default de 2001.

En este caso en particular, yo sacaría del medio la cuestión fiscal. Porque no es esa la preocupación principal.
El flujo de créditos de organismos internacionales es un aporte de divisas al país (y una promesa a futuro de egreso de divisas, compensado con un ingreso de nuevas líneas de crédito porque la necesidad de mejorar la infraestructura es ilimitada y creciente en el tiempo). Ahí radica la importancia. Más allá de los aportes para el crecimiento que el buen uso de estos créditos pueda significar (de ejecución celosamente monitoreada por el organismo que los otorga, lo cual supone un cierto curro en el que no queremos meternos ahora, pero que hace que el BM funcione casi como un empleador de burócratas y todas sus líneas de crédito tengan como función esencial mantener este status), el elemento más valioso que tienen hoy es que promueven un ingreso de divisas.
Entonces, podemos ejercitar en algo a lo que nos invita El Bosnio. ¿Qué restricciones de egreso de divisas estamos evitando al endeudarnos con el BM?
La verdad es que los márgenes son escasos. Y además de evitar que continúe la sangría turística poniendo un tipo de cambio especial más alto para este concepto, mucho más por hacer no hay.
Tenemos un problema complejo en el corto plazo (que puede volverse estructural): el nivel de vida y el nivel de actividad económica actual de los argentinos no se sustenta en las condiciones actuales de nuestro aparato productivo sin un flujo de egreso de divisas importante como el que tenemos en la actualidad.
Es casi un problema histórico para nuestra industria, exacerbado por la tendencia a la integración de los encadenamientos productivos globales, al que se suman un incremento en el consumo de combustibles no compensado por incrementos parejos de producción local, y expectativas de consumo asumidas como naturales por amplias capas de nuestra sociedad.
Con esto quiero decir que es casi imposible no restringir más alguna vía de egreso de divisas hoy por hoy (más allá de lo que se pueda operar con el dólar turístico) sin provocar como contrapartida algún riesgo de merma en los flujos de ingresos de divisas o de producción y trabajo local.

Por último, diría algo que es bastante poco visualizado.
La toma de crédito es efectivamente un ingreso de divisas pero que actúa como promesa de egreso futuro de divisas a la hora de tener que pagar el crédito obtenido. Eses es el elemento de nocividad de un crédito cualquiera.
Ahora bien, pasa lo mismo en realidad con cualquier inversión extranjera. Y esto no está tan claramente identificado como un riesgo. Sin embargo, la reversión del ciclo de expansión monetaria en EEUU podría generar procesos críticos en países emergentes que recibieron muchas inversiones en estos años. Y no por la cuestión fiscal.
Es decir, los ingresos de divisas computados en la cuenta financiera de la balanza de pagos, constituyen todos plata prestada a devolver. Sean créditos, sean inversiones.

domingo, 6 de octubre de 2013

Dólar, carne, Uruguay, BAADE, cerealeras

Este blog no se encuentra en uno de sus momentos más prolíficos en lo que respecta a publicaciones.
Pero ocurren algunos hechos que al menos parcialmente neutralizan la pereza del responsable.

Hay un país de América del Sur que ha ingresado en un proceso de importación de carne vacuna proveniente del vecino país Brasil.
Se trata de Uruguay. El hecho es significativo, porque en Uruguay se aplican desde el año 2005 aproximadamente una serie de políticas con dirección bastante contraria a las que se aplicaron en Argentina en estos años en relación a ese mercado, y fue señalado por los detractores de las políticas intervencionistas de Moreno como un ejemplo donde se hacían las cosas "bien" (de acuerdo a lo que los productores y consignatarios de hacienda consideran bien, que como se ve no siempre es lo mismo que visualizan los consumidores).

Resulta que del record exportador de carne vacuna Uruguay comenzó a sufrir una leve escasez de ganado en pie, que le subió fuertemente los precios, y parece que la mejor salida resulta en comprar carne de menor calidad y también menor precio en Brasil, para abastecer una cifra bastante pequeña de lo que es su consumo interno, algo así como un 3% (Uruguay es el país con mayor consumo de carne per capita del mundo, peleando siempre con Argentina).
No es un dato relevante para la historia económica del Uruguay. Hasta 2005 era moneda corriente la importación de carne. Pero las políticas aplicadas desde entonces aparentemente habían conjurado esta situación. No como acá.
Bueno, allá tampoco. Y desde antes que acá.
Digamos, por otro lado, que tampoco me parece tan relevante que el consumo interno de carne vacuna no pueda ser abastecido íntegramente por producción local. O sea, si hay que importar carne más barata que al precio que la venden los productores locales, ¿cuál sería el problema? No es un insumo básico para el funcionamiento de la economía, es un bien fácilmente sustituible (sustituirlo es lo que hacemos cada vez que la restricción presupuestaria se produce por incremento desproporcionado de los precios), no hay ninguna necesidad de mantener estratégicamente abastecido a cualquier costo este mercado con producción local. Digamos, si hubiera que importar un poquito no habría un problema muy grave, más que en tono propagandístico y de lobby en favor de la liberalización de los mercados y la convalidación de precios mayores.
No es un tema tan trascendente tampoco. Así que amigos uruguayos disfruten la carne brasilera que de esa forma garantizan el envío de toneladas acordadas a Israel, cosa que les permite un ingreso de divisas que les equilibra su balanza de pagos sin sufrir la restricción externa que sufrimos en Argentina, aunque no por este motivo sino más bien porque les ingresan muchas divisas ávidas de obtener rentabilidad en moneda dura a partir de la compra de activos financieros muy rendidores. Ojo, ese proceso puede estar llegando a su fin. Y ahí no te salva la exportación de carne a Israel.

Hablando de ese tema (la restricción externa), al leer los diarios últimamente se vislumbra que es la balanza turística (no sólo la energética) la que está complicando mucho la situación. Incluyendo en este ítem las compras en el exterior a través de servicios como E-bay (donde los pesos blue con la imagen de Eva Perón se ofrecen hasta a 50 dólares, lo cual podría convertirse en una imaginativa forma de hacer ingresar divisas al país).
De todas las medidas que se exponen como viables para aplicar, a mí la que más me convence es la del desdoblamiento cambiario con cotización propia para el turismo. Tanto para la compra (lo que permitiría captar formalmente lo que los turistas extranjeros liquidan más convenientemente en el mercado ilegal) como para la venta (y si te querés ir a conocer Europa pagalo a precio no subsidiado, y mantenemos el esfuerzo del subsidio para la compra de bienes básicos importados tanto para el consumo como para la producción). El riesgo de que se desarrollen circuitos ciclísticos que usufructúen las triangulaciones posibles existe, como siempre que se dicta medidas de intervención. Pero por ahí sería la menos costosa y más eficiente de las medidas en danza. Desde acá abogamos por esta decisión desde hace bastante. Los lectores memoriosos lo recordarán.

Y siguiendo con el tema de la bicisenda financiera (como alguna vez la nombró un ex-amigo al que yo le guardo todavía mucho cariño) se prolongó el blanqueo. Bah, el blanqueo, lo que se prorrogó en realidad es la vigencia de los instrumentos que se propusieron para el blanqueo, que no son otra cosa que bonos que lo que intentan es incentivar el ingreso de inversiones por cuenta financiera para aprovechar la brecha cambiaria, permitiéndole al tenedor liquidar sus dólares a un precio cercano al del dólar ilegal. A esta altura entonces el blanqueo se convirtió en una especie de promesa de premio, ya no para quienes mantenían dividendos en negro que no quisieron aprovecharlo, sino para quienes colaboraron formalmente con la escasez de divisas a través de la fuga legal especulando con una suba de la cotización del dólar que finalmente ocurriría aunque solapadamente en la cotización del BAADE en el mercado secundario.
Bueno, la necesidad hace que uno se le ofrezca entero a quien tiene la solución o al menos un paliativo para su problema. La posición negociadora del gobierno en este punto no es todo lo indigna que podría ser después de todo.
Lo que sí me parecería inaceptable es ceder a lo que supuestamente piden las cerealeras, que sería un incremento en la prefinanciación de exprotaciones, para con esa plata comprar BAADE. Si van a comprar BAADE para liquidar dólares al precio del paralelo, en una suerte de contado con liqui al revés, que lo hagan, pero no adelantando dólares de las futuras liquidaciones de exportaciones con divisas que les prestan los mismos bancos argentinos, es decir que ya están en el sistema financiero interno. Y ni siquiera valdría que prefinancien las exportaciones con crédito de sus clientes (o sea, trayendo dólares que hoy no están en el sistema financiero argentino), porque en ese caso las liquidaciones futuras serían evadidas para la cancelación de dichos créditos.
De modo que la ventaja de darles una devaluación encubierta y selectiva para que mejoren la brecha entre lo que le pagan al productor y lo que cobran en la venta debería ser cubierta, creo yo, con las divisas evadidas a través de triangulaciones y otras maniobras habituales en el mercado de la exportación de cereales. Convenir les conviene igual, sin tener que otorgarles ventajas adicionales.
Ojo, sepamos también que gratis no lo van a hacer. Pero tampoco a un precio tan irrisoriamente conveniente.