sábado, 7 de septiembre de 2013

Un nuevo país se acerca: y viene con nuevo instituto de estadísticas; atención cazadores de contratos

La creación de un nuevo instituto de estadísticas nacional (además de otras unidades burocráticas muy promisorias en cuanto a la generosidad en el reparto de contratos) parece formar parte de la nueva agenda política, de la que se supone que surgirá el postergado reemplazo de lo malo por lo bueno.

Se presentarán en el Congreso (y en los medios de comunicación) proyectos de ley que plasman tales propuestas, en un nuevo episodio de la campaña electoral, regida por la predisposición de los candidatos a mostrarse operativos, expeditivos, resolutivos. O sea, con capacidades ejecutivas. Un capítulo de la municipalización de los comicios legislativos, que marcan claramente que lo que se juega en la elección es bastante más que la renovación de las cámaras legislativas, a pesar de los alardes de "falta de respeto a la gente" que surgen cada vez que se menciona el 2015.

En fin, volviendo a la cuestión.
El Gobierno es acusado de manera permanente y continua desde hace unos 5 años de no reconocer la existencia de inflación. La sólida base que sustenta la crítica es la subestimación del IPC GBA que realiza el INDEC, y que a esta altura es acompañada por los presupuestos de los distritos como la CABA o la PBA que dan cuenta de números similares, o los datos de inflación difundidos por otros institutos provinciales como el de Santa Fé, que en un esfuerzo de sinceridad inédito (y por supuesto también transparencia republicana) da actualmente un 14% de inflación anualizada, o sea, unos 3 puntos más que el INDEC. Emotivo.

El tema es recurrente, repetitivo, pero no podemos eludir la repetición de nuestros argumentos, tan poderosos (es un chiste, Acevedo).
A nuestro modo de ver, la conformación del IPC y su subestimación, no responde a la intención del gobierno de "negar" la existencia de inflación.
El IPC es un número técnico, que con distintas variantes existe hace mucho tiempo, y que tiene funcionalidades internacionalmente definidas para los índices de precios. No es un invento argentino, ni mucho menos kirchnerista.

Las funciones de estos índices se remiten a la elucidación de tasas implícitas que permite elaborar tasas nominales de interés y rendimiento que las contemplen, a la indexación de contratos, a la indexación de montos imponibles fiscalmente, a la indexación de balances y a otras situaciones de tipo nominal que sirven para definir rendimientos reales de inversiones de variado tipo y resguardo de capital, además de ahorro en materia de pago de impuestos que favorece a inducir a las autoridades a adoptar políticas de ahorro fiscal.
En Argentina sumó a partir de 2005 la indexación del cupón IPC, por el cual cada punto inflacionario redundaba en un pago adicional de parte del estado a tenedores de esos bonos de deuda emitidos en el canje de 2005 y suscriptos directamente o a través de compra en el mercado secundario por entidades bancarias nacionales y extranjeras, grupos económicos en proceso de financiarización de excedentes, o bancas de inversión y brokers armadores de fondos de inversión, en cuyos potentados clientes depositan sus expectativas de resguardo y aumento de su capital financiero.

Es decir, que la distorsión, dada por motivos de orden financiero del Estado, afecta directamente a un nicho minoritario pero muy poderoso, al quitarles una herramienta central en el cálculo de sus rendimientos y en la obtención de dividendos.
Y además se sumó otro problema: el IPC dejó de ser en Argentina lo que a nivel mundial es función eminente y prioritaria de los índices de precios al consumidor:  un disciplinador de las expectativas de aumento salarial. Sin embargo acá, con anuencia explícita y hasta por decisión del propio gobierno, el IPC subestimado (como se subestiman todos los índices de precio en el mundo) marca un número que es menor a la mitad de la pauta de aumento nominal salarial, lo cual redunda a su vez en la sospecha de que tales aumentos superan la inflación real (que supuestamente es la que miden las consultoras privadas, que hacen índices con una transparencia y un rigor estadístico notable, tal que consiste en multiplicar por tres el número que indica el INDEC). Con lo cual se termina sumando un aumento persistente de costo salarial que le "resta competitividad a las empresas".

Este combo, tan perjudicial para los actores concentrados de la burguesía nacional y sus pares extranjeros con participación directa en el mercado local, es el que terminó determinando que el IPC, como número técnico, saliera de su invisibilidad burocrática para transformarse, según la vulgata periodística, en elemento de divulgación continua de la opinión el gobierno respecto de la existencia o no de inflación. Y así, las clases medias y bajas se vieron confusamente envueltas en una disputa por excedentes entre distintas facciones del capital, en la que el estado también intervenía obviamente, con la distorsión de la herramienta de pauta de contratos, disciplinamiento de expectativas de aumento salarial y obtención de dividendos en base a deuda pública. A punto tal, que la gran mayoría de la población cree hoy que el INDEC es una creación del kirchnerismo.

Y en ese contexto, profesionales formados en la máxima rigidez ortodoxa en materia económica, salen hoy públicamente a dejar bien en claro que verdaderamente creen que la influencia del IPC distorsionado en la inflación real es central y que la medida más adecuada y más vendible para iniciar un combate contra la inflación es la generación de un nuevo instituto de estadísticas, para reestablecer esta herramienta de usufructo de la alta burguesía (esto no lo dicen) vaciada de contenido por el kirchnerismo.
La reducción real de salarios, y el alza de tasas de interés que redundará en absorción de recursos actualmente destinados a crédito productivo y para consumo, quedan como proyecto, enclaustradas en la residencia del saber de los think tank, que nos quieren hacer creer que van a combatir la inflación simplemente a través del reparto generoso de contratos que vuelva a instaurar la participación estatal en la formación de herramientas de usufructo de la alta burguesía como si se tratara de una necesidad de interés público determinante.

1 comentario:

Alcides Acevedo dijo...

Mamita, cuanta ignorancia... el mejor "proxy" de la inflación es el aumento de la recaudación impositiva neteada de la tasa de crecimiento... ¿cuánto da ese número?

Basta de mentira K.... la recaudación crece año contra año a razón del 30%.