viernes, 20 de diciembre de 2013

Electricidad

Hablar de energía está de moda. Por la tristemente famosa novedad repetida año tras año de que en diciembre se nos corta la luz a todos.
Ordenemosnos. Repitiendo parte de lo que se dice en todos lados.
El sistema de energía eléctrica consta de tres eslabones:
-Generación: las obras de infraestructura las lleva a cabo el estado nacional, y una vez hechas, la operación queda en manos de empresas privadas. Hablamos de centrales hidroeléctricas, centrales térmicas, de ciclo combinado, nucleares, parques eólicos, etc. La energía eléctrica producida por estas fuentes se incorpora al sistema interconectado nacional.
-Transporte: es el sistema interconectado nacional. Líneas troncales de alta tensión que transportan la energía desde el lugar en que se produce hacia los centros desde donde se distribuye hasta llegar a los usuarios. También la inversión en infraestructura corre por cuenta del estado, pero los operadores son empresas privadas.
-Distribución: son las redes de media y baja tensión que transforman y distribuyen la energía para darle condiciones óptimas de consumo tanto de empresas como de domicilios familiares.

Los consumidores finales solamente tenemos contacto con las distribuidoras. Todo el proceso de producción, transporte y distribución, y sus costos llegan condensados en la factura domiciliaria que nos emite la empresa distribuidora. Pongamos, Edesur, que es una de las dos que operan en Capital y GBA. En todo el país hay muchísimas distribuidoras, algunas cooperativas, otras de empresas de gestión privada, multinacionales, otras estatales, como los casos de Santa Fé o Córdoba, por ejemplo.

El mercado funciona a partir de la operación de la sociedad anónima con control estatal que regula el mercado mayorista a partir de ejecutar los pagos y ordenar la distribución de los excedentes productivos: CAMMESA.
Esta empresa compra la energía a las generadoras, paga los cánones a las transportadoras y se la vende a las distribuidoras.

En la factura de luz está condensado todo este proceso.
Hoy por hoy, CAMMESA se encarga de subsidiarles la compra de energía y el canon de transporte a las distribuidoras. Por cada 100 pesos que vale dicho proceso (generación y transporte) CAMMESA recibe aproximadamente 30 de parte de las distribuidoras. Los otros 70 los pone la empresa. Son fondos del tesoro. Ese es el flujo de subsidios del que se habla.
Por este motivo, las empresas distribuidoras vuelcan a la factura domiciliaria solo el 30% del costo de la energía. El 70% restante lo pone CAMMESA, y lo cobran las generadoras y las transportadoras en partes proporcionales. Ejemplo práctico: la empresa que opera un central hidoreléctrica inyecta al sistema 1000 pesos. Se los paga CAMMESA. Esa energía es transportada por TRANSENER hasta la zona de EDESUR, por 50 pesos. Los paga CAMMESA. Después, Edesur le paga a CAMMESA, 300 pesos por la energía recibida y 15 pesos por el canon del transporte. Y traslada a la factura domiciliaria los 315 pesos que le salió pagarle a CAMMESA por la energía.
Este costo equivale un 35 por ciento aproximadamente de la factura domiciliaria.
Si se eliminaran los subisdios entonces, las empresas deberían pagar en lugar de 315 pesos, 1050 pesos, y trasladarían ese aumento de costos a la factura.

Ahora bien, hasta acá hablamos de los subsidios, que corresponden a un 35% de la factura de energía eléctrica domiciliaria. El resto lo componen en un 40 por ciento aproximado la tarifa de uso de la red de distribución. Lo que cobra Edesur, digamos, por poner su red a funcionar para que nos llegue la energía a casa. Y el resto son impuestos, proporcionales a los otros valores (o sea, si se saca el subsidio, subirá también el valor del impuesto que se aplica sobre la base imponible, salvo que se bajen las alícuotas para morigerar el impacto, con lo cual el estado dejaría de subsidiar, y recaudaría lo mismo -no más- por impuestos).

El cuadro tarifario (o sea, lo que cobra Edesur por distribuir la energía, que es un 40% de la factura domiciliaria) está dividido por regiones y el que lo determina es el Estado a través del ENRE.
Lo que dicen las empresas es que esas tarifas están fijas en Capital y GBA desde el 2001. Y eso les deterioró sus cuentas.
Pero atendamos al punto central: Una cosa son los subsidios y otra la tarifa por la que pelean Edesur y Edenor.

Las redes de distribución funcionan efectivamente bien mientras la demanda es promedio. Pero explotan por el aire en los picos de demanda. El déficit de inversión está dado entonces en este aspecto. El reforzamiento de las redes para que funcionen bien en los picos de demanda. Ojo, porque en los lugares del país donde las tarifas son más adecuadas a la ecuación de las empresas, las redes tuvieron problemas igual. No es sólo tarifa el tema de la inversión.

¿La quita de subsidios beneficiaría en algo a Edenor y Edesur? En cuanto a flujos directos de ingreso neto de plata, no. Ingresaría más, que se aplicaría a pagar más por costos de producción y transporte.
Pero se supone que moderaría los consumos de los clientes, con lo cual las redes se verían menos forzadas, no se deteriorarían tan rápido, por ende no se sobre-exigiría inversión a las empresas, pagarían menos multas, etc. En fin, los excedentes que hoy usufructuamos los usuarios porque la luz nos sale barata desaparecerían y compensarían parte de las pérdidas de las compañías.

Ahora, los lobbystas de las empresas del sector, como Montamat, Lapeña o Apud, a los que se sumaría en estos tiempos Bulat, aprovechan la situación de cortes para sacar partido de cierta confusión generalizada y colar la necesidad de que se actualicen tarifas, para que Edenor y Edesur reciban mayores flujos directos de plata, ingresos netos, es decir cobren mejor por el uso de sus redes.

Ayer escuchaba por ejemplo a Emilio Apud alabar el esquema de los 90 (no dijo nada del apagón furioso de Edesur en el año 97 que dejó a miles de vecinos sin luz durante dos meses en algunos casos, pero bueno) diciendo entre otras cosas que se habían alcanzado precios de equilibrio!!! Precios de equilibrio en un monopolio natural, que naturalmente debe ser regulado por el estado es el paraíso de las empresas, no tanto de los usuarios.

El tema además comprende otras aristas. Volvamos al ejemplo de Edesur. Que es controlada por Endesa. Que no solamente está en el negocio de la distribución sino que además tiene inversiones en transporte y en generación.
De las tres unidades de negocios la única deficitaria en estos años es Edesur. Con las otras gana plata. Si alguien siente la genuina curiosidad de querer saber por qué una empresa que (pobrecita) pierde tanta plata no abandona el país, puede empezar a buscar la respuesta por ahí.
Los fundamentadores de que las empresas tienen que ganar plata porque "no están para hacer beneficencia", sin embargo en este caso se empeñan en querer hacernos creer que están haciendo beneficencia.

El asunto es que no hay una situación tan complejamente crítica como la que los lobbys plantean. Hay que conseguir un excedente para acondicionar las redes para que operen bien en caso de picos de demanda. La generación y el transporte no están en situación tan crítica, aunque tampoco tan holgada (tampoco hay que descuidarse, obviamente). Pero hay que estar atentos: porque no sé si se justifica sacrificar todo en pos de alcanzar alta rentabilidad para  las compañías so promesa de que van a invertir para mejorar las redes.
Que las distribuidoras pierdan plata no es algo tan intolerable, en tanto el funcionamiento del esquema compensa las pérdidas con otras ganancias en otros segmentos, lo cual permite que se puedan redireccionar flujos para cubrir los baches de inversión faltante.
Pero atenti, la estatización significaría que el estado absorba el tramo deficitario del negocio, conservándoles a los privados el tramo superavitario.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Dólares y endeudamiento

Se siguen conociendo movimientos por parte del nuevo equipo económico. Pero más que hechos, lo que vemos reflejado en diarios son interpretaciones de ciertas señales, elucubraciones, operaciones variadas. El "oficialista" Clarín, por ejemplo, parece empeñado en querer que el equipo económico no produzca ningún cambio significativo. A la cuestión irrelevante sobre el dato que difundió ayer el INDEC sobre inflación en noviembre (matizado con énfasis variados respecto de la continuidad póstuma de la gestión de Moreno) le suman operativos variados respecto de marchas atrás sobre quita de subsidios a tarifas y transportes en el AMBA, o a modificaciones en las tasas de interés.
En este sentido, en consonancia con matrices de análisis de la realidad en boga, Clarín encarnaría una suerte de resistencia al giro a la derecha (o giro ortodoxo) que querría dar el gobierno. Estamos un poco confundidos a decir verdad, con esto de los giros. Nos cuesta identificar la izquierda y la derecha.

Hay un dato que sí es significativo: los directores estatales en Telecom, que hasta hace poco formaban parte de una estructura que manejaba Kicillof (no sé cómo habrá quedado el tema después de los cambios) decidieron avalar con su voto la distribución de dividendos de la empresa entre accionistas. Lo cual supone un aval a la remisión de utilidades al exterior.
Además, parece que ya es un hecho la flexibilización de la venta de dólares a turistas (con recargo del 35%), cosa que era cantada que iba a ocurrir, de acuerdo a cómo se venían planteando las cosas.

Lo curioso, para mí, es que este anuncio no modificó en nada la dinámica del mercado cambiario. Los demandantes de dólares en el mercado ilegal no se retrajeron, lo cual lleva a pensar que no hay movimientos asociados a este segmento tan importantes como lo que se creía. Finalmente, sería verso lo de los turistas y los pequeños ahorristas. El blue lo manejan los bancos y las grandes empresas.

Las brechas cambiarias, más allá de que se mantiene un ritmo elevado de devaluación, tienden a estabilizarse. Hasta que no se produzca un ingreso importante de divisas que le de al Banco central el margen como para intervenir agresivamente sin quedar vacío de reservas, suponemos que esto no va a cambiar demasiado. Pero en las condiciones actuales mantener las tres cotizaciones a tiro (primero que se consolide el hecho de que son sólo tres, después que las brechas entre una y otra se mantengan estables) es un éxito relativo que le debe resultar auspicioso a Capitanich.

Y justamente en torno de la posibiliad de ingresar divisas en fuertes cantidades, las promesas y los fuegos de artificio son variados. Hay cien pájaros volando, por ahora no agarramos ni uno.
Está el ingreso de casi mil millones que debería estar haciendo Chevron como parte del acuerdo de inversión en Vaca Muerta.
Están los desembolsos del BID y el Banco Mundial para obras de infraestructura (los anuncios se superponen, pero no hay ingresos adicionales: los 3 mil millones en 3 años que prometió el BM a partir del arreglo en el CIADI con Azurix, Blue Ridge, Gramercy y no sé quiénes más,son los mismos que se anuncian ahora, solamente que se empieza a definir técnicamente a qué se van a aplicar los desembolsos comprometidos por causas financieras).
Está la letra que suscribirán las cerealeras, como resultado de la toma de crédito externo, para ver si con esa letra convencen a los productores de que vendan algo más de lo que tienen provisoriamente acopiado (ojo, porque después, cuando la exportación se produzca en los hechos, las cerealeras no van a liquidar esos dólares, que serán aplicados al pago de los créditos externos, o sea, es un adelanto de dólares de exportaciones futuras; la finalidad es modificar los inventarios de los establecimientos agrícolas).
Están las inversiones chinas y rusas que fueron a buscar Kicillof y De Vido.
Y están las gestiones de Lorenzino por normalizar las deudas con el Club de Paris y cerrar lo de los holdouts, colocando como parte del arreglo un bono extra que comporte un ingreso de divisas extra (un nuevo crédito, una ampliación del crédito), tal como sucede con el acuerdo en el CIADI con las empresas mencionadas, que debe estar a punto de efectivizarse.

Digamos, todos estos puntos (y por ahí algún otro que se me escapa) significan la reversión de un proceso de largo alcance que significó en materia financiera para el país el kirchnerismo.
Abrimos la cuenta financiera de la balanza de pagos.

Esto se explica así: la causa fundamental de que a la Argentina de golpe le empezaran a faltar dólares es que llegó a su techo un proceso definido.
Ese proceso constaba de los siguientes puntos: excedentes generados por la economía real, aplicados a saldar deuda externa tanto del sector público como del privado, sin que se produjeran nuevos flujos de ingreso de divisas financieras, que significaran nuevas deudas.
Es decir, hubo un proceso de desendeudamiento externo fabuloso durante todos estos años. Generábamos dólares vendiendo mercaderías en la economía real, y los usábamos para cancelar obligaciones financieras externas. de algún modo, formación externa de activos, o reducción de pasivos.
Ese proceso se revierte hoy. Y toda la intención del equipo económico radica en estabilizar el nivel de reservas, propiciando un nuevo esquema de endeudamiento externo, tanto público como privado. La bajísima exposición de la Argentina hoy, a los vaivenes de las finanzas internacionales, creen (en economía) que le dan margen como para abrir esa compuerta. E incrementar los pasivos externos.

es un poco disonante para los standares de coherencia científica, que este proceso se desarrolle en paralelo a la tendencia ascendente del tipo de cambio. Se cree habitualemnte que un tipo de cambio bajo es más propicio para el endeudamiento externo, y un tipo de cambio alto es más propicio para el desarrollo de la economía real en detrimento del segmento financiero. Pero bueno, así se dieron las cosas (y no está del todo mal, es una heterodoxia anticíclica esa también).
Es lo que hay.

lunes, 9 de diciembre de 2013

De la pobreza escandalosa a la rebelión policial: derrotero discursivo del conflicto social

La "tensión social" que explota bajo la forma de los saqueos, va tomando un derrotero discursivo (el campo en que los hechos se legitiman, y superan la dimensión individual o grupal para adquirir dimensión social, y convertirse entre otras cosas, en hechos políticos) que lo emparenta, lo pone en un mismo campo semántico, con las rebeliones policiales que los posibilitan.

Si no hay acuartelamiento no hay saqueos. De ahí, surgen las problemáticas en que se inscriben los saqueos y las "soluciones" como ideales a alcanzar para conjugarlos: la situación laboralmente precaria de las policías, la posibilidad de sindicalizarlas. Desde la visión de la teoría de estado, el punto pasa por la autonomización de facto de las fuerzas de seguridad en general, su falta de control por parte del poder político y las formas en que sería más beneficioso reestablecer los lazos de autoridad para reencauzar la dinámica de funcionamiento de las fuerzas de seguridad en los canales en que el estado puede transformarse a través de sus instituciones en el nexo entre la profesionalización de los cuerpos y la sociedad civil.

Este corrimiento del eje, esta aparición en el centro de la escena de estos problemas se hace (como siempre ocurre en cualquier caso) en detrimento de otros. Los estallidos sociales quedan desarticulados en tanto no encuentran forma de articularse en el discurso. La desigualdad en el acceso a lo material, la escandalosa riqueza como antagonismo de la escandalosa pobreza que pone a la navidad y los supermercados como el espacio-tiempo óptimo para que las tensiones acumuladas sobre estos dos tópicos se salden o comiencen a hacerlo, quedan relegados. El problema es cómo la sociedad en su conjunto dota de recursos a las fuerzas de seguridad. Y eso discutimos. Mientras tanto, nos resignamos a que siempre haya pobres entre nosotros, como nos recordó Carlos Menem una vez, citando (mal) a la Biblia.

No es cuestión de pedirle al poder político que sea la vanguardia revolucionaria (cosa que solo se le puede ocurrir a afiebrados como Luis Zamora, sobre quien me gustaría explayarme en otro momento). Es, en épocas convulsionadas, agitadas, más vale, un contrapeso conservador. Su mayor acercamiento en el eje ideológico a las posturas "de izquierda" se mide, en un sentido, por la forma en que responde a los problemas que se le plantean. A las "soluciones" que propone.
En este caso, la salida hacia la dignificación del trabajo de los agentes de seguridad, así como la posibilidad de avanzar contra el entramado de negocios de financiación ilegal de las fuerzas, que libera de algún modo al estado de asumir el costo fiscal de mantener fuerzas de seguridad dependientes y obedientes al poder político, sería una salida hacia la izquierda de este problema específico.

Digamos además, que una vez planteado discursivamente esto que se dijo, el efecto "contagio" no hace otra cosa que reproducir y hasta parodiar esta cuestión. Por eso solemos ver en estos días cómo policías difunden entre vecinos y comerciantes versiones falsas sobre saqueos, por ejemplo. Los policías que no formaron parte del núcleo de conflicto, se dejaron comer por el personaje del relato, y potencian las acciones por las cuales se los culpará a ellos de desatar los conflictos (que tenían seguramente condiciones de posibilidad preexistentes). Ser el detonante de una crisis social puede ser en parte azaroso, aunque requiere de cierta ingenua estupidez. O de intencionalidad política.

Así, en este marco, se desarrollan dos flujos de acciones. Por un lado, se potencian los saqueos "organizados"; por otro, se neutralizan los saqueos "espontáneos". La necesidad material, sus portadores, sus víctimas, quedan neutralizados. El saqueo es cosa de organización delictiva. En el relato. Y del relato al hecho.

Hoy estamos a un paso de que el único problema visualizable sea la rebelión policial. Y que los saqueos no sean otra cosa que un avatar de dicho conflicto. Hay que pagarle bien a la policía para que no haya saqueos.
La desigualdad en el acceso a lo material puede seguir existiendo impunemente.
Por el lado del gobierno, reitero, su forma de plantarse ante el problema policial podría llegar a ser "de izquierda" (existe la posibilidad): profesionalización de las fuerzas, dignificación laboral, avance sobre los negocios de financiación ilegal, desautonomización.
Pero la invisibilización oportuna del problema de la desigualdad social como factor irradiador de tensiones es una pose claramente identificable como "de derecha".

 El hecho de que emerjan determinados interlocutores (en este caso las policías), que consiguen imponerse a otros alternativos, y fuerzan la dialéctica con el poder político hacia temas de interés ajenos a las posturas de izquierda, está dando a entender que los contrapesos sociales tienden a volcarse hacia la derecha. Los dirigentes y voceros de la izquierda, entonces, deberán hacer la autocrítica (que nunca hicieron) de por qué siguen sin poder alcanzar niveles de representatividad que los quiten del cómodo pero intrascendente lugar de la testimonialidad.
Porque el gobierno usará a las policías (esta vez) como chivo expiatorio. Pero eso no quita que la izquierda no deje nunca de usar a los gobiernos con el mismo fin.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Cómo sigue la cosa?

Seguimos comentando las novedades económicas, al ritmo vertiginoso que nos impone la aceleración de la devaluación nominal. Hoy, 6,25 por dólar.

Lo cual hace que el dólar para turismo y tarjeta en el exterior esté a un poco más de 8,40. Similar al contado con liquidación. O sea, lo dicho, se consolida la existencia de un nuevo tipo de cambio turístico-financiero diferenciado.

Respecto del turismo, un par de novedades: primero, tal como anticipamos en este blog (?) se eliminan ciertas discrecionalidades para la venta de moneda extranjera con fines turísticos. O sea, la AFIP va a seguir pidiendo los mismos requisitos, pero el Central va a ser más generoso a la hora de poner divisas a disponibilidad de las casas de cambio, lo cual puede terminar en dos cosas. Por un lado, que se de un aumento en la salida de divisas por esta vía. Por el otro, una absorción importante de demanda de dólares en el mercado paralelo. Confirmado, la cotización del blue ya empezó a bajar, con el simple anuncio. Qué mercado más manijeado, mamita.
La otra, auspiciosa. En noviembre se revirtió la tendencia y por primera vez en varios meses crecieron los gastos de turistas extranjeros en el país, en comparación interanual. Para ir achicando el déficit habría que buscarle la vuelta para pagarles a los turistas un dólar más parecido al "tarjeta", pero antes sería conveniente poder pinchar definitivamente el blue (el cambio de turistas extranjeros surte bastante la oferta de este mercado). No sé si la hay.

Un supuesto, vertido por el empleado del sector bancario que escribe para Ámbito financiero, Olivera Doll. Fábrega estaría convalidando la suba de tasas de interés (los plazos fijos, dicen, ya se ofrecen con 20%) lo cual junto con la demanda de dólares (en el oficial y en el paralelo) le absorbe liquidez al sistema bancario, que se queja de que también pierde volumen en sus cuentas a la vista. Pero a pesar de esto, en un ataque tremendo a la rentabilidad el sector bancario, Fábrega le subiría la apuesta al plan Marcó del Pont, con la intención de ampliar las líneas de créditos productivos con bajas tasas de interés a un volumen de 55.000 millones de pesos (hoy anda en 40 mil millones). Esto encarecería seguramente la fuente de fuertes ganancias de los bancos, es decir, los préstamos al consumo de corto plazo y la financiación de saldos de tarjeta de crédito. Un ajuste ortodoxo contra el consumo de los sectores medios y altos, pero tratando de compensar para que no se afecte el empleo, buscando una nueva tasa de interés de equilibrio. Absorberle liquidez al sistema es también intentar restarle demanda al blue. Esto no está del todo mal. Es una especie de ajuste monetario, pero direccionado, administrado, y con intenciones progresivas en materia distributiva (esto va especialmente dirigido a nuestro buen comentarista Esteban, que ayer mencionaba algo relacionado con este asunto). Nuestro héroe nacional y popular, resulta ser el presidente del Banco Central. El kirchnerismo va a quedar en la historia sin lugar a dudas, para bien y para mal.

La última cuestión novedosa (también hipotética) es la Letra en pesos, endosable una sola vez, atada a la evolución del tipo de cambio oficial (exportador-importador) que podrán suscribir las cerealeras, y usar como medio de pago a los productores. Esto serviría para incentivar la liquidación actual de los saldos de cosecha (modificar los inventarios, diríamos, liquidando stocks guardados en silobolsas) anulando el riesgo a no aprovechar una devaluación. Esperan sumar 2000 millones de dólares, aportados por las cerealeras por prefinanciación en el extranjero (dólares que adelantan de algún modo de la liquidación futura, aunque como aspecto positivo liberarían un poco de crédito en pesos del mercado interno para que la suba de tasas de la que hablábamos antes no tenga un impacto tan restrictivo).
Esto implica, también, dos cosas. Por un lado, el Central reconoce que va a seguir modificando el tipo de cambio al alza si es necesario, pero de manera gradual (al Central tampoco le convendría una devaluación brusca, si tiene que pagar estas Letras)
Por el otro, todo el síntoma de que estamos ante el intento de armar una nueva tablita de previsibilidad cambiaria, ante la cual los equilibrios dependen de hilitos muy finos.

Por lo pronto, también se confirmaría que hay previsión de ingreso extraordinario de divisas, y no es todo "lleguemos a abril como sea".

jueves, 5 de diciembre de 2013

Dólar y precios

La idea de las nuevas autoridades económicas es más o menos clara.
Por un lado, el Central sigue vendiendo dólares (y perdiendo reservas) a precio administrado en el mercado oficial. Un mercado que abarca al tramo exportación-importación, y pocas operaciones marginales más. De todas maneras, la cantidad de reservas que el Central pierde es acorde al volumen del subsidio cruzado que intenta darles a los que están en condiciones de demandar dólares oficiales, o sea los importadores, en detrimento de los que liquidan obligatoriamente dólares, es decir los exportadores, con la idea de no perjudicar más el poder adquisitivo de los que cobran ingresos en pesos haciendo más fuerte la devaluación.

En ese sentido, el ritmo de la devaluación se acelera rápidamente. El dólar oficial ya está en 6,20. Es eso lo que le cuesta a cada importador adquirir cada dólar aplicado a la compra de bienes de capital, insumos o bienes de consumo importados. Todavía es barato, sugiere el comportamiento de "los mercados".

Permitir una devaluación mayor, sin embargo, es permitir que por la vía de todos los elementos importados que componen el circuito productivo en Argentina se haga un traspaso a precios que acelere la inflación y con ella la caída del poder de compra de los salarios.
Me permito disentir parcialmente con esta apreciación. Porque creo que una buena parte del traspaso ya sucedió, a los valores del blue. Parte de los costos de la devaluación ya fueron decididos con la suba del blue. Sin embargo, no es despreciable el efecto que tendría en precios los variados incrementos que no fueron descontados con la suba del blue: precios de energía importada, por ejemplo.
Digamos, entonces que por esta vía no es tan dramático acelerar la devaluación como se lo pinta, pero tampoco tan inocuo.
Después está el otro aspecto, el de la exportación. Principalmente el efecto en las materias primas para alimentos. La suba de la cotización del dólar, hace subir directamente el valor en pesos de los commodities. El traspaso a alimentos es infrenable en este ítem.
De manera tal que la devaluación administrada (y por mejor administrada que sea, que no sabemos si es el caso) tiene efectos desagradables (parcialmente en diferido) para el bolsillo de los que cobramos ingresos fijos en pesos.

Por el otro lado, el gobierno unificó un nuevo tipo de cambio sin oficializar el desdoblamiento. Con la suba al 35% del recargo de AFIP para compras con tarjeta en el exterior o adelantos o compra de dólares para turismo, se conformó un tipo de cambio turístico de 8,35 aproximadamente. Quedan afuera todavia los dólares que ingresan por turismo, que siguen surtiendo al mercado del blue.
Y a eso se suman un par de operaciones con bonos que tienden a bajar el "contado con liquidación". La ANSeS tiene en su poder una muy buena cantidad de bonos del estado nominados en dólares que cotizan también en Nueva York. ANSeS maneja la oferta de estos bonos, o sea que puede influir directamente con su accionar sobre el precio de los mismos.
Entonces, una empresa que los compra acá en pesos, a 8,40 por dólar, los transfiere a Nueva York y los cambia por dólares allá. Estas operaciones son las que llevan a cabo las empresas para remitir utilidades al exterior, cosa que no pueden hacer por la vía del Mercado Único Libre de Cambios (el oficial, reservado a exportadores-importadores).
Por la forma en que expresamente el Gobierno decidió tratar de alinear las cotizaciones de los bonos en dólares y la cotización del "dólar tarjeta", podemos suponer que lo que se intentó hacer es virtualmente crear un tipo de cambio diferenciado para turismo y operaciones financieras, que hoy rondaría la cotización de 8,40.

Y a esto se suman las intenciones muy efectivas durante unos días, pero que parece que dejaron de serlo en estos últimos, de ahogar el mercado del dólar blue por el lado de la demanda. Es decir, dando opciones más baratas de adquirir dólares a aquellos que los puedan demandar en mayor medida.
Hoy por hoy, la brecha entre el blue y este nuevo dólar turístico financiero que opera de hecho no es tan amplia y me imagino que la idea de las autoridades es eliminarla de a poco, ahogando, repito, las operaciones en el mercado paralelo.

Quiero creer que habrá comprometido un ingreso de divisas importante que apuntale las reservas, antes del ingreso de dólares de la cosecha, para abril.
Pero...puede fallar, y en ese caso la pérdida de reservas puede ponerse peligrosa.

En fin, más allá de la efectividad que puedan tener todas estas cuestiones, es innegable que estas medidas, sumadas a los diagramas de política fiscal más austera y de tácticas de absorción por parte del Banco Central de los pesos emitidos en este mes a través de la suba de tasas de interés (covalidando subas en las tasas que les paga a los bancos para que esterilicen pesos comprando NOBAC y LEBAC) son medidas de carácter ortodoxo.

Y uno las puede entender. Algunas de esas pueden corregir alguna inequidad distributiva, como son hoy los subsidios a los servicios públicos en Capital y GBA.
Pero si no hay algún mecanismo de compensación para los sectores de menores ingresos, como puede ser una duplicación del monto de las asignaciones, más un medio aguinaldo extra para jubilados, la verdad es que la cosa se pone muy difícil de justificar hasta para los que tenemos las mejores de las intenciones, y la paciencia más extendida.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Reservas

Esta entrada es una especie de homenaje a Néstor Kirchner, con el laconismo y la falta de "timming"que solemos usar para los homenajes. Perdón, no sabemos de otra forma.

Hay un capítulo en la historia económica de Latinoamérica que tiene reservado el bronce para el kirchnerismo.
Es el de la neutralización de los golpes de mercado.

Los "golpes de mercado" son acciones especulativas que actores con capacidad de fuego importante en materia financiera desatan contra los intereses de otros actores para obtener ganancias extraordinarias en escaso lapso.
Las condiciones de posibilidad para que estos acontezcan son tres: cierto nivel de cartelización de los especuladores que les permite actuar de forma mancomunada, un tráfico diferenciado de información para los diferentes segmentos de afectación (no es lo mismo de lo que se enteran las máximas autoridades del banco que sus clientes, y de acuerdo a la envergadura de éstos, tampoco se enteran de lo mismo entre sí, por ejemplo) y alguna debilidad en la estructura de la economía de un país, visualizada y aprovechada para el desarrollo de las acciones especulativas que se transforman en corridas.
Los ámbitos de aplicación pueden ser dos, también: el mercado financiero o la economía real. Las corridas cambiarias o bancarias y las estampidas de precios.

Siempre, estas situaciones se suben al caballo de la persistencia en algún error, forzado a veces por el devenir de los hechos, en la administración de las variables.
Pero sabemos también que la eliminación total del error o la anomalía es una imposibilidad.
En definitiva, cualquier esquema económico es susceptible de ser operado por la especulación, que es el comportamiento natural de los agentes ávidos de maximizar réditos (y también de distribuir perjuicios para el resto: la afectación de ingenuidad o la justificación de "y si vos fueras banquero qué harías?", conmigo no va; no soy banquero, no sé si con eso queda respondida la pregunta).

Bueno, en esas lides, no sé si habrá en la historia de América Latina un gobierno que haya respondido con tanto nivel de éxito (el éxito nunca es total en la guerra) a la cantidad de corridas y estampidas de todo tipo que tuvo que enfrentar, como el kirchnerismo.
Hay un factor: es fácil neutralizar las corridas dándoles a quienes te sugieren o amenazan todo lo que piden, incluso el manejo directo de las palancas de la economía. Menem lo hizo (después de que lo disciplinaran un cachito en el 90). El tema es cuando no les das todo lo que quieren, sino un poco (tampoco exageremos, la utópica "nada" no existió por estos lados).

En 2008, por ejemplo, cuando Redrado tuvo que inundar la plaza de dólares a costa de perder reservas, pero consiguió bajar el dólar unos 30 centavos, para hacerles ver a las cerealeras que en esas condiciones había más para perder que para ganar. Lo hizo a regañadientes, por orden de Néstor, de quién no se privaba de decir que estaba loco.
O la de 2011, post elecciones, que recordó Guillermo Moreno en su discurso de despedida, éxito por el cual quedó resuelta su continuidad en el gobierno, cuando ya casi estaba decidida su salida (ahí puede ir Prat Gay a buscar a los responsables de la estadía de Moreno en el gobierno; los tiene cerca).
O las posteriores que derivaron en las medidas que se conocieron finalmente como "cepo cambiario", después de que fracasara el intento de Cavallo y Stolbizer de compararlo con el corralito. El original, el de ellos.
Y antes en 2009, cuando el fin de las AFJP, con el trotecito bancario más grandilocuentemente (pre)anunciado por el noticiero del 13 (le mandamos un besito a la esposa del gerente de noticias del canal). Y ahora en 2013. Etcétera.

El recurso de última instancia, el respaldo más eficaz contra estos movimientos de desestabilización de un esquema económico que cometía el "error" de querer forzar un recorte de rentabilidad de la inversión para poder transferir directa o indirectamente recursos a otros sectores, fue la fortaleza de las reservas internacionales y la liquidez de las mismas, que le permitió al BCRA hacerles saber rápidamente a los operadores, que las podía usar en su contra.

Néstor Kirchner, dicen, llevaba un registro manual de la evolución de las reservas, día a día. Había recibido un banco central casi vacío, con unos 6 mil millones de dólares (no había para pagar los vencimientos de deuda de un año y el FMI cortó los créditos, por eso el gesto "libertario" de Rodríguez Saá de suspender el pago de la deuda; pero lo usaron de chivo expiatorio, pobre, los mismos banqueros que lo habían puesto ahí para dar las malas noticias como buenas). Y las llevó en algún momento a los 50 mil millones de dólares. Pagando los vencimientos de deuda (y el stock al FMI) sin refinanciar nada, y con apenas dos emisiones de BODEN, suscriptas por nuestro único prestamista externo: Venezuela.
Tenía, dicen, una obsesión con el tema.

Hoy, después de arduos combates de éxito dudoso, la situación de las reservas internacionales es la más floja de todo el período. Es imperioso recomponerlas. Como sea. Y cuando se dice como sea, es como sea. Y para eso hay que hacerse de los dólares físicos o futuros que permitan cerrar el programa financiero del 2014, sin volver a armar un fondo de desendeudamiento, que este año 2013, junto con otras variables de la economía, le costó al Central más de 10 mil millones de dólares.
Ese es el objetivo principal, impostergable. Recomponer reservas.
Para no perder el capital económico, que es también un importante capital político, aunque a veces parezca que no se nota.
El de pasar a la historia como el gobierno que desterró de la Argentina el fantasma del golpe de mercado.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Vindicación del nuevo equipo económico (un acto de fe)


Nosotros venimos insistentemente tratando de ofrecer algunas explicaciones que por un lado aporten al trazado de algunas líneas de continuidad coherentes que conviertan a las medidas salteadas que va tomando el gobierno en la actualidad en un "giro ortodoxo" (concepto que elegimos con escaso rigor estético ni científico), y por el otro lado oficien como una justificación desde la racionalidad que dirige las decisiones (independientemente de los posicionamientos ideológicos o tácticos).

Partimos de una base: muchas de las cosas que se deciden hoy marcan un claro contraste con consignas que tendieron a convertir ciertos pragmatismos en dogmas, en épocas más dulces del relato kirchnerista,

Provocados por las preguntas de un querídisimo amigo nos lanzamos entonces a escribir con pretensiones de mayor seriedad, aunque en la misma tónica de lo que lo veníamos haciendo.
Dichas preguntas son: ¿Y cuál es el sujeto social? ¿A qué parte de los argentinos beneficia? ¿Para qué? ¿Por qué?

El nudo central de toda la complicación que se expresa en la actualidad de la economía argentina es el tipo de cambio.
La reversión de un proceso de ingreso de divisas superior al demandado que ponía al BCRA en la obligación de absorber dichas divisas comprándolas con pesos emitidos, parte de los cuales eran posteriormente esterilizados, pero que así y todo esto promovía ciertos desequilibrios que en conjunción con un crecimiento de la actividad productiva y la incitación al consumo que significaban por un lado las bajas tasas de interés, la alta liquidez y la capitalización de la misma por amplios sectores sociales con consumo atrasado provocaba la emergencia de ciertas presiones inflacionarias que a duras penas encontraban algún dique.

Ese proceso murió: no tanto como se preveía por el factor exógeno de la reducción de liquidez de dólares en el mundo (los términos de intercambio siguen siendo buenos y las tasas de interés bajas), sino porque algunos desequilibrios operados por la incoherencia en el funcionamiento de distintos estamentos de gobierno así lo determinaron.
Así, mientras se aumentaba el ritmo de emisión monetaria y había una inflación de 25% se mantenía con escasas variaciones el tipo de cambio nominal y el consiguiente abaratamiento del dólar en la plaza local se combatía restringiendo cualquier válvula de escape de los excedentes de pesos sin acertar con la implementación de herramientas de ahorro en pesos que suplieran lo que la compra de divisas para atesoramiento o las importaciones o las remisiones de utilidades hacían.

Ojo, no digo que fueran esas medidas improcedentes, sino que no consiguieron aceitarse coherentemente para que los pesos que sobraban en algunas carteras no provocaran explosiones, o al menos se dejara de surtir de pesos esas carteras atiborradas.

La consecuencia de todo esto fue que la economía argentina empezó a demandar más dólares de los que podía hacer ingresar. Y las arcas del banco central que durante varios años se habían ido llenando de dólares tuvieron que responder ante esta situación.

Digámoslo de esta manera: se llegó a un punto de fuertes presiones devaluatorias, para las cuales las herramientas con las que la autoridad monetaria había sabido contenerlas durante unos años, ya no estaban tan fuertes ni eran tan inexpugnables como antes.

La dicotomía que se plantea entonces para el administrador del tipo de cambio es la devaluación brusca que el mercado incita, la resistencia a la misma generando incluso ciertos problemas en cuanto a sobre-apreciación cambiaria, y cuando ya no da más, la formación de una brecha cambiaria especial para la sustracción de excedentes productivos volcados a la especulación.

En este contexto, hay la posibilidad de que se produzca una devaluación brusca, si la autoridad monetaria cede ante las tendencias del mercado, hasta que la oferta y la demanda de divisas se equilibre en otro valor, más alto, del dólar. Supondría esta opción una transferencia de ingresos brutal, en contra de aquellos que percibimos ingresos fijos en pesos. Nada que no sepamos.

Ahora, la voluntariosa postura de la autoridad monetaria de resistir esta tendencia de mercado, también comporta peligros gigantescos: por un lado la pérdida de reservas, vendidas a precio vil a los demandantes (ahorristas, empresas que remiten utilidades o dolarizan excedentes por las dudas, turistas argentinos en el exterior, etc.) en un subsidio indirecto dado a agentes económicos con importante capacidad de acumulación. Por otro, si el proceso inflacionario continúa y el tipo de cambio nominal se mantiene fijo o se devalúa a un índice menor a la inflación, se produce una apreciación real del tipo de cambio que sostenida en el tiempo se puede terminar de comer el colchón de competitividad cambiaria, con riesgos grandes para la producción y el empleo, y más primarización (más todavía!!!!) del aparato productivo, con un sector primario integrado al mercado global y desintegrado internamente.

Y si vamos un poco más allá, hasta podemos imaginarnos la resignación en el mediano plazo a un esquema de sobreapreciación cambiaria en el cual los dólares resignados por vía comercial (a partir de que lo importado es más barato que lo nacional, mientras que lo que exportamos tiene por la cuestión del precio también menos demanda) deban ingresarse por la cuenta financiera de la balanza de pagos, es decir, a través de fuerte endeudamiento tanto público como privado, tanto por la vía del crédito como de la inversión, dejando a la economía sobre expuesta a los vaivenes del ritmo financiero global, factor exógeno, imposible de manejar con las palancas de la administración estatal.

De manera tal que en este abanico de posibilidades francamente hostiles para los argentinos con ingresos fijos en pesos, ya sea por pérdida de poder adquisitivo (devaluación), ya sea por riesgo de pérdida de empleo (y pérdida de poder adquisitivo en el largo plazo por reducción de salarios a partir de la aparición del "ejército laboral de reserva") y austeridad fiscal, el gradualismo para evitar cualquier brusquedad, la combinación de herramientas propias de las distintas "soluciones" y el aprovechamiento de algunos márgenes que existen es una variante menos grave, tal vez.

Así, podemos promover cierto ingreso de divisas por cuenta financiera, vía toma de créditos o vía facilitación de inversiones, pero al mismo tiempo aceleramos la devaluación del tipo de cambio mientras usamos herramientas financieras para bajar el paralelo de modo que la brecha se achique y por ahí termine desapareciendo pero nunca cediendo a la devaluación brusca que espera el "mercado" (por no decirles por su nombre: los grandes exportadores de granos, Techint y Aluar), y hacemos un poco de disciplina fiscal aumentando las tarifas netas que pagan algunos usuarios privilegiados de distritos privilegiados del país hoy subsidiados en unos 200 mil millones de pesos anuales, lo cual absorbería algunos recursos monetarios que hoy solamente embolsan los bancos, y a esto lo matizamos con la revisión de los balances (acción legitimada gracias a acciones que llevó a cabo Guillermo Moreno en su gestión) para evaluar costos y márgenes de rentabilidad., todo lo cual relajaría las presiones inflacionarias para que la aceleración de la devaluación no se traslade demasiado rápidamente a costos y se coma la escueta competitividad cambiaria obtenida por uan módica y gradual modificación del tipo de cambio.

Es decir, y resumiendo, en lugar de tomar dos cucharadas de uno sólo de los horribles remedios, tomar una y una, para tratar de algún modo de que se neutralicen entre sí los más nocivos de los efectos colaterales.
Estamos en el subóptimo. No se viene una jauja redistributiva. Pero no son tampoco despreciables los indicios de que el hambre de ajustes no es voraz, y que impactarán parcialmente sobre todos los sectores sociales, sobre todos los agentes de la economía y lo más levemente que se pueda, y no solamente sobre los asalariados y de manera brutal.




martes, 26 de noviembre de 2013

La entrega continúa

La izquierda que no baja las banderas
El casi seguro acuerdo entre el estado argentino y Repsol, por el monto de la indemnización por la expropiación del 51% de las acciones de YPF deja un par de puntos de análisis que ya otros comentaristas más prestigiosos que yo se encargaron de realizar. Sin embargo, duplicamos:

- Kicillof había dicho que no había que pagarle nada a Repsol. Y ahora le pagan. El gobierno cambió. Giró a la derecha.
Ahora, según la ley que rige las expropiaciones en Argentina el procedimiento exige que se pague una indemnización acorde a lo que determine un tribunal de valuación de los activos. Así que más allá de los fuegos de artificio, las técnicas de negociación y los márgenes que la falta de urgencia permiten para patear para adelante, nunca estuvo en duda que Argentina se sometía a la orden de pago de una indemnización, conforme a lo que dice el contrato social vigente. En las negociaciones se puede decir cualquier cosa con el fin de pagar lo menos posible. No se animó el gobierno, sin embargo, a presionar al tribunal para que validara la existencia de un vaciamiento de la empresa por el cual se mereciera pagar una indemnización simbólica de un peso. De todos modos, la situación no prosperaba en el CIADI, y había motivos para esperar juicios sumarios en ese tribunal (y en otros informales, con consecuencias parecidas a la virtual prohibición de ingreso de biodiesel argentino a la UE).

-Repsol había iniciado acciones legales por 20 mil millones de dólares.
De alguna manera, Repsol también cambió. En este caso giró a la izquierda. Porque desistiría de cualquier reclamo judicial a cambio de apenas un 25% de lo que reclamó en un principio (sin contar las acciones que iba a desatar contra empresas que se asociaran a YPF en emprendimientos que se desarrollaran sobre áreas de explotación que Repsol-YPF tenía concesionadas). Y encima lo más probable es que una mínima parte de ese monto se lo liquiden en efectivo. La mayor parte será en bonos. O en acres. Y ahí pasamos al nuevo tema.

-Con el acuerdo se daría un paso más en la "re-privatización" de YPF. Una re-privatización que toma como ejemplo a la chavista PDVSA de Venezuela (de hecho, las SA que siguen a las PDV en la sigla no significan otra cosa que sociedad anónima). O sea, el estado mantiene en su poder más de la mitad de las acciones de la sociedad, el resto está abierto a la incorporación de capitales privados (que hacen aportes de capital, y lógicamente adquieren con ello el derecho a cobrar una parte de las utilidades, según lo que decida el directorio sobre reparto de dividendos). Eso, en todas partes del mundo, es conocido como empresa estatal. En un rubro como los hidrocarburos solamente existen este tipo de sociedades anónimas, con control estatal y participación privada.

Siguiendo con el modelo de PDVSA o Petrobras, además, YPF emprende un camino de captar inversiones a partir de la formación de joint-ventures con compañías extranjeras, lo cual supone una transferencia de tecnología actualmente no disponible en el país para explotar los activos con los que cuentan hoy las provincias, concesionados a YPF. Por supuesto, los dividendos de estas joint-ventures se repartirán proporcionalmente a la participación de capital que corresponda a cada empresa. Digamos, es cierto que no es el exitoso modelo de la URSS, pero está en línea con los planteos de mayor participación estatal en el mundo hoy. Teniendo en cuenta que Argentina tenía 0 (cero) participación estatal en empresas del sector hace 2 años nada más, que hoy maneje la compañía más grande del país, en franco crecimiento y expansión es algo.

Lejos todavía de la revolución que plantea Bergoglio (que desde que está en el Vaticano nos corre a todos por izquierda).

-Carlos Pagni imagina escenarios, mezcla información difusa, hace elucubraciones de variado tipo.
Disimula de esa forma su fracaso estrepitoso en el vaticinio de la suerte del país en el frente externo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

El menos regresivo de los ajustes posibles

Hay un inocultable giro ortodoxo de parte del gobierno en materia económica (al menos en cuanto a las intenciones, por ahora no del todo plasmadas en hechos pero en aparente camino a realizarse).

La suba de los precios de los combustibles intenta resolver el subsidio relativo que el sector privado otorgaba indirectamente (instado por la regulación estatal de precios) al consumo de las clases medias y altas. No es muy progresivo en materia distributiva decidir una transferencia de recursos desde las clases medias que dejan de usufructuar un excedente para que lo embolsen las petroleras, con el cual se supone que reconocerán las "señales de precios" necesarias para mejorar sus niveles de producción.

Pero el diagnóstico queda matizado, si tenemos en cuenta que este subsidio pueda ser identificado como responsable de que la balanza comercial energética sea deficitaria en tan alta medida, lo cual se convierte en un motivo innegable de las presiones devaluatorias que surgen de una módica oferta de dólates en relación a la demanda generada por la mantención del nivel de vida medio de los argentinos, la matriz productiva y su escasa autonomía para abastecer el consumo que dicho nivel de vida demanda, y la matriz distributivas que determina la existencia de nichos excedentarios que derivan parte del capital acumulado a la conversión a moneda fuerte (en tanto no identifican al peso como tal).

Hay también en danza una idea un tanto más imaginativa, aunque de limitado alcance (en el sentido que no es la solución al problema de la escasez de combustibles líquidos genuinamente producidos en el país). Esta idea consiste en cambiar el esquema de importación y exportación. Es decir, desistir de importar combustibles líquidos para empezar a importar petroleo nigeriano del tipo Bonny light, que es parecido en densidad a un petroleo neuquino conocido como Medanito (así se conoce a la zona de donde se extrae). Este petroleo liviano, de acuerdo a las características de las refinerías argentinas, permite un rendimiento mayor a la refinación, es decir, con menos petroleo se obtiene mayor cantidad de producto. Con lo cual se sustituiría importación de naftas y gas oil, por importación de crudo (lógicamente más barato por el menor valor agregado) lo cual dejaría saldos exportables mayores de crudo, que de alguna forma financiarían en parte la importación. 

En estas condiciones, ya habíamos dicho acá que si bien el giro ortodoxo comporta un montón de decisiones que no son simpáticas de tomar, lo cierto es que la alternativa de mantener el actual sesgo heterodoxo, que básicamente consiste en sostener políticas expansivas en materia fiscal y monetaria, tampoco resulta progresivo a nivel distributivo, en tanto el círculo virtuoso que funcionó muy bien durante varios años empieza a mostrar un andamiaje más averiado, en el cual el combustible inflacionario ya no determina incrementos retroalimentados entre ingresos, consumo, producción y empleo.

Por otro lado, mientras se acelera el proceso de devaluación administrada gradual (muy menor al pretendido por ciertos agentes de la economía con representantes claros en el campo de la política) se empiezan a plasmar las acciones tendientes a que se abran flujos de ingresos de divisas por la cuenta financiera, que como ya se ha dicho muchas veces, son (sean inversiones, sean créditos) siempre deuda, en el sentido que significan como contrapartida ineludible un egreso de divisas parejo (más intereses o renta de la inversión) a futuro.
En todo caso, hay una tendencia a sacarle peso relativo en las cuentas externas nacionales al factor productivo real para dárselo al factor financiero.

Y aún así, con todas estas acciones pragmáticas, que desmienten algunos proclamados objetivos de la "década ganada", la verdad es que tampoco se ven alternativas opositoras que promuevan "soluciones" muy distintas a las actuales. Digamos, a lo sumo los economistas de la oposición pueden subirse a lo que también ya dijimos acá: la heterodoxia consiste en hacer lo que marca la ortodoxia pero 10 mil millones de dólares después.

Lo que suponemos que indefectiblemente deberá pasar antes de fin de año, es una decisión a contramano de estas propuestas. Y es la transferencia de recursos para compensar a los sectores de menores ingresos por las subas de precios de los últimos meses. Esa inyección de plata no es lo que económicamente más convendría para poner en orden ciertas cuentas. Pero en el corto plazo es absolutamente necesario hacerlo.
El gobierno seguiría, así, todavía a la izquierda de cualquier otra opción.
El menos regresivo de los ajustes posibles.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Primeras medidas del nuevo ministro de economía, el contador Capitanich

Se envía al Congreso un proyecto de ley para subir la alícuota del impuesto indirecto a la compra de vehículos con valor superior a los 246 mil pesos, del 10 o 12,5% anual al 50%. Esto significa que en el caso de los importados si a la pesificación al cambio oficial del precio del vehículo se le suma el impuesto del 50% da un valor final como si se pesificara a 9,20.

El efecto neto es un tipo de cambio diferencial para este tipo de bienes (aunque el impuesto comprende también a los autos nacionales, ya que por esta vía no se puede discriminar). El objetivo es claramente el desincentivo de la compra a través del encarecimiento.

Quedan comprendidos otros bienes como las motos de 20 mil pesos para arriba, los jets privados y las embarcaciones.

Por otro lado, si bien todavía no se anunció, se espera que se extiendan medidas similares a otros rubros. A un rubro: las compras con tarjeta de crédito en el exterior (es decir, el turismo y las páginas de venta en línea de ropa yanqui o china, con precios de remate aunque con el riesgo asumido por el comprador, sin reclamo, de que te llegue una camisa con una manga más larga que la otra; el acierto marketinero de no llamarse "la salada" convierte a estos shopping virtuales en objetos de veneración por parte de cierta tilinguería, que ni en pedo se iría a comprar ropa -al mismo precio- a la "negrada" de la salada; prefieren, obviamente, comprar en The salad, a igual precio, y si tenés suerte también igual calidad).

Una opción sería elevar del 20 al 40% el recargo por adelanto de impuesto a las ganancias o bienes personales. En este caso, el desincentivo a estas compras estaría focalizado en aquellos cuyos ingresos no hacen que paguen elevados montos de los impuestos susodichos.
La otra variante sería la de limitar el monto a pesificar del saldo de tarjeta. Es decir, si uno compra algo en dólares, puede pesificar sólo una parte de ese monto, el resto lo tiene que pagar con dólares billete previamente depositados en una cuenta en esa moneda. La dificultad de conseguir dólares en el mercado oficial para particulares, se trasladaría entonces a los gastos con tarjeta de crédito, hoy mucho más liberados de otras restricciones.

No están mal estas medidas. Que suponen que queda por el momento enterrado el (cuestionado por el artículo VIII del FMI) desdoblamiento cambiario.
Es difícil defender que no se les cobre más a quienes usan un bien tan esencial como las divisas para atender suntuosidades. El criterio según el cual si un bien se vuelve escaso hay que racionar su uso para darle prioridad a la necesidad más básica es incuestionable, y si se ajusta en base a precios y no cantidades, siempre es mejor, más aceptable por los agentes.

Ahora, el riesgo es la negación de que hay una causa previa que acelera estas demandas.
El tema en la economía argentina es que hay un problema con la demanda de pesos. Los que acumulan excedentes no los atesoran, buscan la fuga.
Todas estas vías que se traducen en salida de divisas no son otra cosa que la esterilización de los pesos que de acuerdo a la matriz distributiva de la renta (que obviamente que es injusta, pero está dada así hoy y ahora), aquellos que tienen capacidad de atesoramiento y apropiación de excedentes logran imponer que están sobrando.

Entonces, para esta situación hay dos salidas: la de corto plazo es buscar mecanismos de absorción de pesos excedentes, esto es básicamente, suba de tasas de interés, recortes de gasto público para limitar las necesidades de financiación del tesoro vía emisión, colocación de instrumentos financieros como letras, notas, bonos, títulos públicos, repos, con tasas atractivas para inmovilizar pesos (lo cual es un elemento de la política respecto de las tasas de interés).
Medidas poco vendibles. Justamente denostadas por nuestras experiencias previas. Sin embargo, hay ciertos elementos a tener en cuenta para recomponer una situación que en 2007 o 2008 era así, sin que a Néstor Kirchner nadie lo acusara de "ortodoxo", ariete de los "organismos internacionales de crédito".

Ahora bien, en el largo plazo, y básicamente como medida preventiva de que las consecuencias de situaciones similares provoquen las mismas restricciones y complicaciones, la decisión más acertada sería una modificación drástica de la matriz distributiva.

Porque los pesos que sobran en algún estamento en otros faltan. Y aún mientras en algunos lugares faltan, el promedio da que en general, sobran. Hay poca demanda de pesos, a pesar de que vastos sectores de la población tienen demanda insatisfecha, no tanto de pesos en realidad, sino de los alimentos que con ellos se podrían comprar, mientras algunos se los sacan de encima comprando cosas innecesarias porque "no sirven para nada".
Ya lo decía un viejo dicho: uno se puede ahogar en un río de 50 cm. de profundidad... promedio. Y de hecho hoy un 20% de la población argentina se ahoga en un mar de pesos excedentes, pero ajenos.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los cambios en el gabinete: Capitanich

Capitanich fue nombrado jefe de gabinete (sí, ya fue jefe de gabinete de Duhalde, también, con poco éxito).
Es gobernador, justicialista, de una provincia del litoral recuperada para el justicialismo durante la "década ganada". Y se auto-proclama como presidenciable.
Es lógico pensar que su perfil será más alto que el de Abal Medina, en consonancia con una leve retirada de la figura presidencial como único eje de la toma de decisiones y de la exposición pública que la hace acreedora de todos los beneficios y deudora de todos los costos políticos al mismo tiempo.

Además, Capitanich es economista.
Y los cambios en el gabinete tienen una impronta económica notable.
Hay una reconfiguración total del esquema de autoridad en materia económica.
La conclusión sencilla de los cambios, desde la llegada de Fábrega al BCRA, hasta el ascenso de Kicillof, y principalmente la salida de Moreno (que más allá de las especulaciones sobre cuestiones ideológicas que su reemplazo pueda desatar, no embocó casi ninguna a lo largo de todo el año; ampliaremos), el nuevo IPCN con aval del FMI, y la creación del ente de normalización de deuda que dirigirá Lorenzino es la de un giro ortodoxo.
Fábrega es señalado como una persona con ideas más ortodoxas respecto de política monetaria.
Y el devenir de la política monetaria dependerá principalmente de la política fiscal. De la búsqueda de equilibrios.

Repito: Capitanich es economista. Y gobernador. Y los gobernadores juegan un rol muy importante en relación a lo que es la materia fiscal. Hay que diagramar nuevos acuerdos, para que el peso del reordenamiento de las cuentas públicas no dependa exclusivamente del recorte de subsidios económicos, sino que probablemente habrá que negociar nuevos términos de financiamiento de los pasivos provinciales, y algún esquema distinto de transferencia de recursos (aparte de los coparticipables, que son intocables).

Una addenda sobre los fracasos de Moreno en el año:
La tarjeta de crédito estatal para sueprmercados y casas de electrodomésticos no existe, es cierto, pero las tarjetas tradicionales se vieron obligadas a renegociar comisiones con los comercios, bajando las mismas. El fracaso no es tan rotundo en los resultados, si no se hubiese puesto la vara tan alta.
Los CEDINES y BAADE fueron un fracaso rotundo desde donde se los mire. En su faceta de instrumentos para el blanqueo fueron prácticamente ignorados. El mercado inmobiliario se manejó a los mismos niveles que lo venía haciendo, con prescindencia de los CEDIN. Los BAADE sólo acumularon promesas de ingreso de divisas en blanco (una vez olvidada la concesión del blanqueo), que probablemente ya no se cumplan.
El congelamiento de precios y los acuerdos posteriores no fracasaron. Dieron lo que podían dar. El que creyera que una medida así podía dar resultados positivos que no fueran breves en el tiempo es un iluso. Funcionaron cómo podían funcionar. Sin medidas adicionales iba a terminar como terminó, como una medida represiva de las presiones inflacionarias, que una vez superada iba a terminar en una aceleración del ritmo de aumento de los precios.
De todos modos, se interprete como se quiera interpretar su alejamiento, los costos de que siguiera en el gobierno eran demasiado elevados. Y los beneficios muy escasos.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Autorreferencial


Cuarto y quinto párrafos: 
Pero el periodismo evolucionó. Ya avanzado el siglo XIX amplió y mucho su agenda temática y comenzó a transformarse en un negocio, y autónomo de la política. Y empezó, en el siglo XX, a ganar peso la información sobre la opinión. Los medios se vuelven masivos y las masas requieren información veraz sobre todo lo que acontece en todos los ámbitos. Hoy, en una sociedad espectacularizada, el mundo se conoce a través de los medios. 
En ese camino aparece la objetividad como exigencia de la sociedad a los medios. El periodismo de calidad se vuelve neutral: la opinión se recluye en columnas específicas y la información precisa, detallada pasa a ser lo preponderante. Con esos datos, el lector forma su propia visión de las cosas.

Antepenúltimo párrafo:

Pero en la compleja y desdichada Argentina las cosas no son tan así.
Hay un gobierno que no tolera el ejercicio de la libertad de prensa y que, desde hace años, ha declarado una guerra sin pudores ni pruritos contra el Grupo Clarín, principal conglomerado de medios independientes de la voluntad oficial del país. Las estrategias del kirchnerismo han sido y serán variadas y distintas, y hoy celebra la legitimación de la Corte Suprema de la ley de medios como una batalla ganada.
Corolario:
Es decir, medios que, como los del siglo XIX, sirven como arma arrojadiza de la política. También en eso, la Argentina involuciona penosamente. 

Marcelo Moreno, hoy en la sección Sociedad del diario Clarín, tal vez pidiendo que lo censuren o lo denuesten. No compartimos, reivindicamos su derecho al ejercicio periodístico en clave "sarmientina".

viernes, 8 de noviembre de 2013

Triple Play

En plena discusión sobre la ley de medios, y a partir de que el proyecto original no impedía que las prestadoras de servicios públicos fueran beneficiarias de concesión de licencias de servicios audiovisuales, se estableció una discusión respecto de las telefónicas.
El Gobierno terminó capitulando ante la embestida del bloque pino-lozanista, que condicionó su apoyo a que se modificara esta "concesión inaceptable" en favor de grupos monopólicos como eran Telefónica y Telecom (que finalmente terminaron casi siendo uno mismo).

La cosa tiene como telón de fondo la inevitable convergencia tecnológica. Sin abundar en precisiones técnicas, la verdad es que en la actualidad están dadas las condiciones para que una misma empresa pueda utilizar un soporte para brindar TV por cable, Internet y telefonía fija, con un ahorro de costos considerable, que en situación de competencia aceptable significaría también una disminución de precios al consumidor.

En un primer momento, lo que se pensaba en algunos espacios afines al gobierno (con correlato en oficinas gubernamentales) era el siguiente escenario: la ley de medios habilitaría a las telefónicas a dar servicios audiovisuales, es decir, ingresar al negocio del cable. Con eso, sumarían el tercer servicio (TV por cable) al menú que ya ofrecían: internet y telefonía. Este combo, llamado triple play en los glamorosos ámbitos donde se piensan los negocios, permitiría instalar la base para el crecimiento fructífero de diversos servicios amparados en la misma plataforma que incluso vinculen estos tres elementos que solamente por esta incapacidad de visualizar los cambios a futuro nos obstinamos en considerar cosas distintas.

El ingreso de las telefónicas (que por entonces eran las dos principales, pero también las  diversas firmas y cooperativas que operan a lo largo del país en zonas minúsculas y no muy apetecibles comercialmente) al negocio de la TV por cable significaría casi inmediatamente una paulatina desregulación de la red de telefonía fija. De hecho, empresas de cable como Telecentro y Cablevisión estaban prontas a ser autorizadas como beneficiarias de un rango de números telefónicos para empezar a ofrecer triple-play. Los de Cablevisión nunca se aprobaron.

El tema es que en medio del debate de la ley de medios, Clarín encontró un elemento que al progresismo le pudiera resultar interesante para pegarle por izquierda a la ley. Puso en discusión el monopolio de las telefónicas. Y encontró el canal adecuado para transmitirlo: la izquierda estúpida.
Por su parte el gobierno, urgido por la necesidad de alcanzar "consensos" concedió estúpidamente y sin debatir demasiado este pedido.
Y estúpidamente perdimos la posibilidad de estimular la convergencia tecnológica al tiempo que desregulábamos el negocio de la telefonía fija, fundiéndolo con el de internet y el de TV por cable.

El ingreso del enigmático fondo de inversión Fintech, socio minoritario de Cablevisión, en Telecom (cosa que por otro lado desconstruye el monopolio de hecho que se había instalado a partir de que Telefónica de España comprara la mayoría accionaria de Telecom Italia, con lo cual se quedaba con una buena parte de las acciones de Telecom Argentina) puede ser el incio de una serie de discusiones sobre este tema, nuevamente, pero ya sin el soporte que hubiera significado un colchón de leyes y resoluciones de los distintos estamentos estatales.
Una lástima que la realidad, que siempre se impone, nos agarre sin las mejores armas a mano.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Vindicación del testaferro como paso intermedio a la desconcentración económica

Lucas Carrasco (cada tanto lo nombro, a ver si me recomienda y me hace subir las visitas del blog, cosa que me tiene muy preocupado desde siempre) publicó en estos días, uno de sus posteos en los que recomienda lecturas de artículos ajenos.
Esas recomendaciones vienen cada vez más conformadas con opiniones personales, de esas que Lucas sabe además condimentar con sus ocurrentes calificaciones, sus piruetas lógicas para encontrar siempre alguna dimensión adicional a la realidad, más allá de las tres habituales. Lucas es el anti-lugar común. Es un provocador, digo yo siguiendo a Tenembaum, baluarte indiscutible del lugar común. Raro que haya afinidad entre ellos.

Decía que Lucas escribió ese posteo, en el que comentó algo sobre la ley de medios y el plan de adecuación que presentó Clarín. Trajo a colación un estudio de Juan José Sebrelli sobre los Anchorena, de la década del 60, en el que aparentemente (desconozco ese trabajo) las sucesivas sucesiones post-mortem, las herencias y subdivisiones consiguientes, y los matrimonios (a los que se habrán agregado los divorcios a partir de los 80) incidieron de manera decisiva en la desconfiguración de un patrimonio familiar altamente concentrado.
A propósito de esto, puede seguramente establecerse un paralelo entre esta sucesión de eventos familiares y económicos, y lo que ocurrió en general con la oligarquía terrateniente desde Roca a nuestros días. Y hasta las conclusiones previsibles serían bastante compatibles con los datos que se manejan en la actualidad, que dan cuenta de una tenencia de la tierra no tan concentrada.
Es más, hoy por hoy, suele leerse estudios según los cuales, la novedosa forma organizativa surgida de los fideicomisos y los pooles de siembra dieron como resultado un grado de concentración mayor de la producción en ciertas regiones productivas, vía la conjunción de arrendamientos con capacidad de incorporación tecnológica revolucionaria en materia de productividad, que de la tradicional concentración de la propiedad.

En este sentido, el paralelo que a su vez traza Lucas con el plan de adecuación a la ley de medios de Clarín (y también de Vila-Manzano, por nombrar otro grupo empresario) es muy fecundo.
En un principio, la división en distintas unidades de negocios cuya titularidad sería asumida por familiares, allegados o ex-socios puede parecer una burla. El cacofónico AFSCA, sin embargo, ya en varias ocasiones remarcó la licitud de la operación. Y volvió a hacerlo en el caso de Clarín, lo cual es por lo menos auspicioso en materia de imparcialidad de la autoridad de aplicación, respecto de la disputa entre grupos económicos competidores. AFSCA no está para terciar en esa disputa de negocios, que en muchos aspectos también es lícita.

Sin embargo, no hay que perder de vista que la misión fundamental de una legislación anti-monopólica es justamente la de promover la división funcional de las distintas unidades de negocios, impedir el abarcamiento por una misma unidad de un negocio tanto en forma vertical como horizontal.
Y en ese sentido, el apellido del nuevo titular es un dato secundario (no prescindible, pero sí secundario).
Tengo además la idea de que la figura del "testaferro" es en algún punto límite inasible para cualquier accionar jurídico. Las conciencias son insondables.

Pero se me hace además que despotricar contra la proliferación de testaferros en medio de un proceso de separación de una sola organización en 6 unidades distintas, equivale al pecado de análisis político original de creer en la continuidad de los "ismos" creados a los fines literarios más allá de la supervivencia política de sus líderes. Para decirlo con ejemplos: Urribarri podrá ser el candidato kirchnerista para 2015. Pero en caso de ganar, al día siguiente se hace Urribarrista, del mismo modo que Néstor fue el candidato duhaldista en 2003.

Quiero decir que volviendo a lo que Lucas menciona sobre el estudio de Sebrelli, si bien no es serio creer que todo se reduce a ello, tampoco es recomendable subestimar el hecho de que la separación de unidades de negocios distintas en distintas estructuras organizativas pone un punto de inicio de menor concentración para que la dinámica misma de la economía opere las habituales fusiones, separaciones, absorciones, crecimientos, decrecimientos, liquidaciones, etc.

Y esto nos lleva a un corolario que es ignorado aparentemente. Las leyes antimonopólicas no pueden aspirar a crear situaciones estáticas.
La dinámica de la economía capitalista que antes mencionábamos tiene un sesgo marcado hacia el agrupamiento de intereses y la concentración de capital y la convergencia tecnológica. Cabalgar ese proceso, para permitir algunas de esas pulsiones, pero impidiendo otras exige una tarea de fiscalización constante, y una predisposición permanente a operar en el centro de un huracán conformado por fuerzas que se atraen mucho: el crecimiento y la concentración.

viernes, 1 de noviembre de 2013

El reordenamiento del mercado cambiario

El Gobierno emitirá BAADE por un valor de 1000 millones de dólares. Por cómo se dio el paso a partir del cual el BAADE dejó de ser un bono exclusivo para blanqueo para convertirse en un bono de deuda pública común y corriente, suponemos que los suscriptores ya habrán sido pre-seleccionados. Porque las negociaciones y los tanteos con los potenciales suscriptores, previamente elegidas por las autoridades de Economía, ya fueron hechas y probablemente se haya conseguido algún compromiso firme de parte de éstos.

En principio los Bulgheroni (Bridas) con 500 millones y las automotrices, con 300, serán los primeros en anotarse. Al parecer, estaríamos hablando de dólares que ingresan al sistema financiero argentino, computables en cuenta financiera, provenientes de aportes hechos por las casas matrices desde cuentas en el extranjero, mantenidos como resultados no asignados. Es decir, sería un ingreso neto de divisas para la Balanza de pagos.

La contrapartida está en el plano de las cuentas fiscales. En particular en lo que refiere a la contabilidad que lleva la Secretaría de financiamiento. Se amplía el stock de deuda del sector público no financiero en 1000 millones de dólares, con bonos nominados en esa moneda, y que devengan un interés razonable.
Digamos que en definitiva la operación viene a ser una especie de atajo para la toma de deuda en los mercados por parte del estado argentino, a partir de convencer a algunos acopiadores de excedentes en el período de crecimiento más prolongado de la economía argentina, para que vuelquen parte de los mismos (previamente fugados) al sistema financiero argentino.

Más allá del financiamiento dirigido hacia obras de infraestructura y desarrollos en materia energética (que si se puede hacer, no está de más, sino todo lo contrario), el verdadero motivo de todo esto es compensar parte de la pérdida de reservas del BCRA.

Que por su lado, a través de una circular les complicó los planes a las cerealeras. Que iban a suscribir BAADE en estos mismos términos, pero con fondos provenientes de crédito externo en concepto de prefinanciación de exportaciones. O sea, iban a adelantar liquidaciones de exportaciones, sustrayendo dólares de las liquidaciones futuras. El BCRA, con la sola prohibición de liquidar los BAADE suscriptos por esta vía, es decir, obligándolos a encajarlos les cortó el negocio (que desde acá ya habíamos caracterizado como exagerado). Al no poder vender los BAADE suscriptos, a precio de "blue" en el mercado secundario a establecerse según promesa de Moreno, las cerealeras se retiraron de la operación que les significaba una ganancia extraordinaria con garantía de suba del tipo de cambio futuro, pero encima liquidado hoy. Una brutalidad.
La pelea interna sin embargo continúa.

De todos modos, parece haber hoy más posibilidades de que sin desarmar el "cepo" (que consiste básicamente en prohibición de remisión de utilidades y de compra de dólares para atesoramiento) se flexibilice el acceso a dólares para turistas, pero a una cotización mucho mayor (10 pesos?), lo cual supondría un incentivo para turistas extranjeros de vender sus divisas en el mercado formal y no en el ilegal como hacen hoy, ya que si lo hicieran en el formal perderían la posibilidad de hacer rendir mejor sus dólares.
El resultado de todo esto debería ser: más liquidación de parte de turistas extranjeros en el país (o la misma, pero más cantidad en el mercado formal y no casi toda en el informal); menor demanda de paquetes turísticos de argentinos en el extranjero, y menor caudal de gastos y adelantos con tarjeta de argentinos en el exterior (al valor ganga de 7,20 por dólar; subsidio inaceptable).

O sea, finalmente significaría blanquear el desdoblamiento cambiario, para legalizarlo en lugar de que se imponga de facto, con lo cual se podría obtener alguno de los réditos que hoy monopolizan las cuevas. Pero unos 5000 millones de dólares más tarde.

martes, 29 de octubre de 2013

La ley de medios

Los efectos sobre la tenencia de activos van a ser mucho más limitados de lo esperado, al menos en un principio.
Porque Clarín no se va a desprender de parte de sus activos sin resistencia. Lo que se inicia ahora es un feroz proceso de negociación.
El cual no está exento de chicanas. Por el fuero Contencioso administrativo, Clarín puede iniciar acciones por el perjuicio patrimonial.
La presentación del plan de adecuación seguramente ameritará que AFSCA haga varias observaciones. Nada de lo que viene por ahí será fácil.

Ahora, por más que Clarín no se desprenda diligentemente de sus activos, no puede evitar que los mismos pierdan parte de su valor.
El hecho sagrado será interpretado libremente como un efecto de la aplicación de la ley de medios, que viene a corroborar algunos de los planteos que Clarín llevó a cabo durante el proceso: la deliberada afectación patrimonial.

Sin embargo, la lectura más plausible es otra: el mercado está descontando la confianza de los inversores en que el Grupo tenía un poder de lobby suficiente como para obtener un fallo más favorable, no tan duro. La pérdida de valor de las acciones de Clarín no es consecuencia de la futura aplicación de la ley de medios, sino de la fallida obstinación del grupo en negarse a cumplirla.
Ningún otro grupo económico de los presentados a la adecuación de forma voluntaria sufrió una caída en su cotización tan fenomenal como la que le espera a Clarín. La estrategia de inflación de activos mediante la pretendida influencia en la dirección de las decisiones institucionales se encontró con un inesperado límite. Y las consecuencias son considerables en el plano financiero.

Supongo que al menos una parte del directorio va a ser seriamente cuestionado a partir de ahora.

sábado, 26 de octubre de 2013

Braden o Chevron

A partir de una nota del diario neoyorquino New York Times, que fue aprovechada por algunos medios locales con un delay más propio de un tiempista que espera dar un "batacazo" en la agenda de plena campaña electoral (aunque al final sin mayor éxito, digamos) se instaló en ámbitos muy reducidos de discusión el debate sobre las supuestas cláusulas secretas del acuerdo YPF-Chevron.

Sin entrar en los detalles que trata apropiadamente Krakowiak en Página 12 de hoy, podemos sí dar una visión de cómo funcionó el circuito de divulgación de la no-noticia, que casi no despertó entusiasmo ni siquiera en los habituales operadores.

Lo que cabe decir es que el acuerdo YPF-Chevron es un asunto demasiado complicado como para tratarlo desde el consignismo de lo que es "nacional y popular" o de la "soberanía sobre nuestros recursos", o (visto desde el otro lado), con la pantomima de la "seguridad jurídica" o las "oportunidades de negocios".

En realidad, NYT me parece que trató de presentar una noticia que justificara o al menos aportara nuevos elementos de análisis a lo que en algunos nichos inversores de EEUU se ve como una locura: una inversión millonaria de una empresa norteamericana, en asociación con una empresa estatal, en un país "anti-mercado" que hoy por hoy tiene prohibida la remisión de utilidades, que encima implica una transferencia de tecnología desde la empresa privada a la empresa estatal que no cuenta con dicha tecnología, y donde las riquezas todavía no superan el status de lo potencial porque nadie está produciendo nada no convencional ahí.

Es decir, mientras acá algunos más radicalizados ven el acuerdo como una entrega lisa y llana, en Nueva York tratan de convencer a los fondos de inversión más buitrescos, más Tea Party, de que Chevron obtiene réditos de invertir en Vaca muerta, que no está subestimando el riesgo de la inversión y que no está cometiendo ninguna locura ni subsidiando a una proto-dictadura tercermundista populista y enemiga del american way of life.
Para decirlo claro, cada uno habla para su público.

En el medio se cruzan operaciones políticas  y mediáticas de los que quieren llevar agua para el molino propio (es lógico esto, pasa siempre y hasta es sano, lo que no sería sano es que se le diera más importancia que la que tiene, cosa que en este caso por fortuna no ocurrió), entremezclando las líneas discursivas entre emisores y receptores, en algunos casos con la mezquindad del que tiene una quintita muy chiquita que defender, como el señor Hadad (que...no era K?) y pasan estos "malos entendidos" que se propagan con la misma lógica del teléfono descompuesto, pero potenciados por los efectos de la comunicación en red y la "viralización".

O sea, podemos decir que el acuerdo con Chevron es parte del mismo "giro a la derecha" que el gobierno empezó a dar en mayo del 2003.

martes, 22 de octubre de 2013

Las recetas anti-inflacionarias y la metáfora de la fiebre y el termómetro

Principal enemigo del "giro a la derecha"
La inflación, como sabemos, es un flagelo tremendo.
Pero es también de alguna manera un vaso comunicante entre distintas clases sociales. Porque tiene efectos muy nocivos sobre la suerte de los pobres, aunque es una fuente de preocupación discursiva casi exclusivamente de los ricos.

Así, es común ver a señores multimillonarios y con grandes intereses de negocios en cuya representación suelen manifestarse, que hacen un alto en su actividad lobbystica para expresar su preocupación sobre un tema tan uritcante como éste.
A esta situación nos llevaron los kerner: a que personajes siniestros como Cristiano Ratazzi, Miguel Ángel Broda o Luis Betnaza, a quienes cobrarles un impuesto puede ser más difícil que afanarle una banana a un chimpancé, se desentiendan momentáneamente de su tarea y muestren una inédita preocupación por los efectos nocivos que el "impuesto inflacionario" tiene sobre el poder adquisitivo de los asalariados y los pobres (que por culpa de los kerner y los gobiernos anteriores, en un ítem en el que sí puede establecerse líneas de continuidad entre los "modelos", no siempre son lo mismo).

En este lapsus de altruísmo, no habitual en hombres de negocios, suelen éstos y otros personajes parecidos recurrir a metáforas. La economía es una ciencia que en su etapa divulgatoria hace proliferar las metáforas, tal vez como reminiscencia poética de personajes que quieren en su fuero íntimo que se los considere sensibles, a diferencia de la representación social que se ha hecho sobre ellos (los hombres de negocios y sus justificadores científicos, los economistas) de que son personas frías.
Así, desfilan la "frazada corta" (sustraída al periodismo deportivo), "la foto y la película" y también "la fiebre y el termómetro".

En este último caso es frecuente escuchar alocuciones como la siguiente: "para 2007 cuando al paciente le empezó a subir la fiebre, el gobierno, en lugar de intentar bajarla, decidió romper el termómetro, interviniendo el INDEC".

Pero lo curioso del caso es que dos frases más tarde, y ante la eventual pregunta de qué habría que hacer con la inflación, los mismos analistas deciden con tono de respuesta definitiva e indubitable: "lo primero es recuperar la credibilidad del INDEC".

O sea, la importante infección que estaría provocando, como síntoma, la suba de la fiebre, ante lo cual el gobierno decidió romper el termómetro, para ocultar el síntoma y por ende no atacar la infección que la causa, se solucionaria de manera muy sencilla.

Habría que hacer las previsiones presupuestarias necesarias para definir las partidas a utilizar en pos de conformar una delegación de notables expertos que determinen con carácter urgente la necesidad imperiosa de realizar una expedición en busca de una farmacia en la cual se decida la adquisición de manera impostergable de una herramienta de medición adecuada para la situación que impera.

De modo que la terrible infección desaparecería, al parecer, con la simple compra de un termómetro nuevo.
Me parece que detrás del festival de contratos de auditoría, revisión y desarrollos técnicos que supondría tal tarea nos están ocultando el verdadero tratamiento: la administración de importantes dosis de corticoide, única droga reconocida por la medicina oficial de occidente para combatir este tipo de infecciones.

Y da para pensar lo impresentable que será el tratamiento, como para que suene más dulce la promesa de instalar con fondos públicos un maxikiosco de usufructo pleno por parte de una corporación profesional.

viernes, 11 de octubre de 2013

El arreglo con el Banco Mundial

Una que me sale bien e igual me la critican?

La Argentina negoció saldar las sentencias que el CIADI les había otorgado a 5 empresas ignotas (si digo Azurix, Blue Ridge, alguien sabe de qué corno estoy hablando? Bueno, esos fondos de inversión durante la convertibilidad invirtieron en acciones de empresas de servicios públicos privatizadas y según el tribunal del Banco Mundial se vieron perjudicadas por la devaluación de 2002; raro que no les hayan cargado las acreencias a la cuenta de "los mercados"; ¿o no eran "los mercados" los que decidieron la devaluación?).

Esta decisión de otorgar Bonar X y BODEN 15 a estos buitres menores por una parte de lo que el CIADI considera que se les debía dar y con compromiso de reinversión de una parte de las utilidades obtenidas por la tenencia de estos bonos destrabó automáticamente el flujo de créditos que habitual y regularmente otorga el Banco Mundial a países de todo el mundo (incluído Argentina hasta hace 2 años), lo cual demuestra que la actitud del BM de cortar dicho flujo era un apriete liso y llano pàra que Argentina acatara la decisión del tribunal al cual le cedió su soberanía jurídica cuando se sumó al régimen de protección de inversiones (en la convertibilidad, y nunca se modificó, aunque estos diferendos remiten a la convertibilidad por lo cual si ahora Argentina renunciara al CIADI igualmente se vería invitado educadamente, o sea a través de obturación de líneas de crédito, a pagar lo dispuesto en estas sentencias).

Estos hechos despertaron algunos posteos recomendables por parte de Abel y El Bosnio.
Yo respeto el planteo y las dudas que ellos señalan, pero quiero agregar algunas cositas.

Primero, lo dicho. La vuelta a los mercados consiste en retomar un flujo de ingreso de divisas que entre 2002 y 2011 funcionó con normalidad, y que sigue funcionando en el caso del BID.
Segundo, independientemente de si las tasas son fijas o variables (tal es la duda que VictorLustig plantea en un comentario) al tratarse de programas especiales, la refinanciación de estos créditos no se hace a tasas de mercado. Las condiciones son mucho más flexibles. Lo cual minimiza el riesgo de que por estos créditos la deuda sufra incrementos de impagabilidad. De hecho, estas líneas y las del BID no se cortaron ni aún con el default de 2001.

En este caso en particular, yo sacaría del medio la cuestión fiscal. Porque no es esa la preocupación principal.
El flujo de créditos de organismos internacionales es un aporte de divisas al país (y una promesa a futuro de egreso de divisas, compensado con un ingreso de nuevas líneas de crédito porque la necesidad de mejorar la infraestructura es ilimitada y creciente en el tiempo). Ahí radica la importancia. Más allá de los aportes para el crecimiento que el buen uso de estos créditos pueda significar (de ejecución celosamente monitoreada por el organismo que los otorga, lo cual supone un cierto curro en el que no queremos meternos ahora, pero que hace que el BM funcione casi como un empleador de burócratas y todas sus líneas de crédito tengan como función esencial mantener este status), el elemento más valioso que tienen hoy es que promueven un ingreso de divisas.
Entonces, podemos ejercitar en algo a lo que nos invita El Bosnio. ¿Qué restricciones de egreso de divisas estamos evitando al endeudarnos con el BM?
La verdad es que los márgenes son escasos. Y además de evitar que continúe la sangría turística poniendo un tipo de cambio especial más alto para este concepto, mucho más por hacer no hay.
Tenemos un problema complejo en el corto plazo (que puede volverse estructural): el nivel de vida y el nivel de actividad económica actual de los argentinos no se sustenta en las condiciones actuales de nuestro aparato productivo sin un flujo de egreso de divisas importante como el que tenemos en la actualidad.
Es casi un problema histórico para nuestra industria, exacerbado por la tendencia a la integración de los encadenamientos productivos globales, al que se suman un incremento en el consumo de combustibles no compensado por incrementos parejos de producción local, y expectativas de consumo asumidas como naturales por amplias capas de nuestra sociedad.
Con esto quiero decir que es casi imposible no restringir más alguna vía de egreso de divisas hoy por hoy (más allá de lo que se pueda operar con el dólar turístico) sin provocar como contrapartida algún riesgo de merma en los flujos de ingresos de divisas o de producción y trabajo local.

Por último, diría algo que es bastante poco visualizado.
La toma de crédito es efectivamente un ingreso de divisas pero que actúa como promesa de egreso futuro de divisas a la hora de tener que pagar el crédito obtenido. Eses es el elemento de nocividad de un crédito cualquiera.
Ahora bien, pasa lo mismo en realidad con cualquier inversión extranjera. Y esto no está tan claramente identificado como un riesgo. Sin embargo, la reversión del ciclo de expansión monetaria en EEUU podría generar procesos críticos en países emergentes que recibieron muchas inversiones en estos años. Y no por la cuestión fiscal.
Es decir, los ingresos de divisas computados en la cuenta financiera de la balanza de pagos, constituyen todos plata prestada a devolver. Sean créditos, sean inversiones.

domingo, 6 de octubre de 2013

Dólar, carne, Uruguay, BAADE, cerealeras

Este blog no se encuentra en uno de sus momentos más prolíficos en lo que respecta a publicaciones.
Pero ocurren algunos hechos que al menos parcialmente neutralizan la pereza del responsable.

Hay un país de América del Sur que ha ingresado en un proceso de importación de carne vacuna proveniente del vecino país Brasil.
Se trata de Uruguay. El hecho es significativo, porque en Uruguay se aplican desde el año 2005 aproximadamente una serie de políticas con dirección bastante contraria a las que se aplicaron en Argentina en estos años en relación a ese mercado, y fue señalado por los detractores de las políticas intervencionistas de Moreno como un ejemplo donde se hacían las cosas "bien" (de acuerdo a lo que los productores y consignatarios de hacienda consideran bien, que como se ve no siempre es lo mismo que visualizan los consumidores).

Resulta que del record exportador de carne vacuna Uruguay comenzó a sufrir una leve escasez de ganado en pie, que le subió fuertemente los precios, y parece que la mejor salida resulta en comprar carne de menor calidad y también menor precio en Brasil, para abastecer una cifra bastante pequeña de lo que es su consumo interno, algo así como un 3% (Uruguay es el país con mayor consumo de carne per capita del mundo, peleando siempre con Argentina).
No es un dato relevante para la historia económica del Uruguay. Hasta 2005 era moneda corriente la importación de carne. Pero las políticas aplicadas desde entonces aparentemente habían conjurado esta situación. No como acá.
Bueno, allá tampoco. Y desde antes que acá.
Digamos, por otro lado, que tampoco me parece tan relevante que el consumo interno de carne vacuna no pueda ser abastecido íntegramente por producción local. O sea, si hay que importar carne más barata que al precio que la venden los productores locales, ¿cuál sería el problema? No es un insumo básico para el funcionamiento de la economía, es un bien fácilmente sustituible (sustituirlo es lo que hacemos cada vez que la restricción presupuestaria se produce por incremento desproporcionado de los precios), no hay ninguna necesidad de mantener estratégicamente abastecido a cualquier costo este mercado con producción local. Digamos, si hubiera que importar un poquito no habría un problema muy grave, más que en tono propagandístico y de lobby en favor de la liberalización de los mercados y la convalidación de precios mayores.
No es un tema tan trascendente tampoco. Así que amigos uruguayos disfruten la carne brasilera que de esa forma garantizan el envío de toneladas acordadas a Israel, cosa que les permite un ingreso de divisas que les equilibra su balanza de pagos sin sufrir la restricción externa que sufrimos en Argentina, aunque no por este motivo sino más bien porque les ingresan muchas divisas ávidas de obtener rentabilidad en moneda dura a partir de la compra de activos financieros muy rendidores. Ojo, ese proceso puede estar llegando a su fin. Y ahí no te salva la exportación de carne a Israel.

Hablando de ese tema (la restricción externa), al leer los diarios últimamente se vislumbra que es la balanza turística (no sólo la energética) la que está complicando mucho la situación. Incluyendo en este ítem las compras en el exterior a través de servicios como E-bay (donde los pesos blue con la imagen de Eva Perón se ofrecen hasta a 50 dólares, lo cual podría convertirse en una imaginativa forma de hacer ingresar divisas al país).
De todas las medidas que se exponen como viables para aplicar, a mí la que más me convence es la del desdoblamiento cambiario con cotización propia para el turismo. Tanto para la compra (lo que permitiría captar formalmente lo que los turistas extranjeros liquidan más convenientemente en el mercado ilegal) como para la venta (y si te querés ir a conocer Europa pagalo a precio no subsidiado, y mantenemos el esfuerzo del subsidio para la compra de bienes básicos importados tanto para el consumo como para la producción). El riesgo de que se desarrollen circuitos ciclísticos que usufructúen las triangulaciones posibles existe, como siempre que se dicta medidas de intervención. Pero por ahí sería la menos costosa y más eficiente de las medidas en danza. Desde acá abogamos por esta decisión desde hace bastante. Los lectores memoriosos lo recordarán.

Y siguiendo con el tema de la bicisenda financiera (como alguna vez la nombró un ex-amigo al que yo le guardo todavía mucho cariño) se prolongó el blanqueo. Bah, el blanqueo, lo que se prorrogó en realidad es la vigencia de los instrumentos que se propusieron para el blanqueo, que no son otra cosa que bonos que lo que intentan es incentivar el ingreso de inversiones por cuenta financiera para aprovechar la brecha cambiaria, permitiéndole al tenedor liquidar sus dólares a un precio cercano al del dólar ilegal. A esta altura entonces el blanqueo se convirtió en una especie de promesa de premio, ya no para quienes mantenían dividendos en negro que no quisieron aprovecharlo, sino para quienes colaboraron formalmente con la escasez de divisas a través de la fuga legal especulando con una suba de la cotización del dólar que finalmente ocurriría aunque solapadamente en la cotización del BAADE en el mercado secundario.
Bueno, la necesidad hace que uno se le ofrezca entero a quien tiene la solución o al menos un paliativo para su problema. La posición negociadora del gobierno en este punto no es todo lo indigna que podría ser después de todo.
Lo que sí me parecería inaceptable es ceder a lo que supuestamente piden las cerealeras, que sería un incremento en la prefinanciación de exprotaciones, para con esa plata comprar BAADE. Si van a comprar BAADE para liquidar dólares al precio del paralelo, en una suerte de contado con liqui al revés, que lo hagan, pero no adelantando dólares de las futuras liquidaciones de exportaciones con divisas que les prestan los mismos bancos argentinos, es decir que ya están en el sistema financiero interno. Y ni siquiera valdría que prefinancien las exportaciones con crédito de sus clientes (o sea, trayendo dólares que hoy no están en el sistema financiero argentino), porque en ese caso las liquidaciones futuras serían evadidas para la cancelación de dichos créditos.
De modo que la ventaja de darles una devaluación encubierta y selectiva para que mejoren la brecha entre lo que le pagan al productor y lo que cobran en la venta debería ser cubierta, creo yo, con las divisas evadidas a través de triangulaciones y otras maniobras habituales en el mercado de la exportación de cereales. Convenir les conviene igual, sin tener que otorgarles ventajas adicionales.
Ojo, sepamos también que gratis no lo van a hacer. Pero tampoco a un precio tan irrisoriamente conveniente.