sábado, 24 de marzo de 2012

Controles y desdoblamiento del tipo de cambio: la mentira del "corralito"


Con los datos de balanza de pagos del año 2011 ya cerrados, podemos dimensionar más claramente qué ocurre en torno de las restricciones que algunos han dado en llamar "corralito cambiario", con predilección por el sensacionalismo antes que por el buen tino analítico.

El saldo anual de las reservas del Banco Central fue negativo, en algo más de 6.000 millones de dólares. Un hecho inédito en el período kirchnerista.

La balanza de pagos se compuso más o menos con estos números.
Una balanza comercial superavitaria en alrededor de 10.000 millones de dólares.
Con la contracara de remesas de utilidades y otras transferencias que arrojaron un saldo de cuenta corriente superavitario exiguo de 17 millones de dólares (en el año 2010 el superávit de cuenta corriente había sido de 2.900 millones de dólares).
Esto se contrapuso con un saldo negativo en la cuenta capital (o cuenta financiera, tal la actual denominación sugerida por el FMI) que llegó a  2.267 millones de dólares. En esta cuenta se computa la formación de activos externos. Entre los que resaltan fuertemente los pagos de deuda externa.
Es llamativo el alto monto en Errores y omisiones, por casi 3.928 millones de dólares y que marca la diferencia entre los 2.250 millones de déficit en la balanza de pagos y la pérdida de reservas del Central por 6.108 millones.

Para tener una idea, desde hace unos años el Gobierno tomó la decisión de cerrar el programa financiero al inicio con la constitución del llamado Fondo de Desendeudamiento, que consiste en tomar prestadas directamente reservas del banco Central, como garantía de pago de los vencimientos de deuda. O sea, se les dice a los acreedores, a principio del ejercicio, acá está la plata con la que vamos a pagar. Ese fondo constó de más de 7.500 millones de dólares el año pasado.

Esto quiere decir que si el Gobierno hubiese tomado la decisión de constituir el fondo de desendeudamiento con 3.000 millones de dólares prestados por el Central, y los 4.500 millones de dólares restantes los hubiera tomado prestados por acreedores privados  a través de la emisión de un bono (supongamos el BODEN 2020, por decir una boludez), el saldo de reservas del Central hubiese sido muy distinto, aunque con pérdidas ocasionadas en la mini-corrida del 3 trimestre.

Es importante destacar esta situación porque nos sugiere que si el Gobierno no se negara voluntariamente al acceso al crédito externo (independientemente de las tasas de interés a convalidar que es otra discusión), las perspectivas de restricción externa por las cuales se ejercen controles a la compra de dólares por particulares, controles a las remisiones de utilidades de empresas y controles a las importaciones, disminuirían drásticamente.

Lo que estamos queriendo decir es que el virtual control de cambios, con desdoblamiento encubierto del tipo de cambio (los movimientos financieros computables en la cuenta capital que suelen llamarse vulgarmente "fuga de capitales" no desaparecen del todo, pero se realizan en un contexto de mayor hostilidad y a un valor de dólar diferencial que hoy está en $5, bastante por encima del dólar comercial que está en 4,30 y pico) son una especie de sobreexigencia que el Gobierno impone a la economía argentina, con el objetivo de no compensar con endeudamiento el drenaje de divisas.

Esta situación es la que diferencia abismalmente los controles actuales de lo que se denominó en otros tiempos con el tristemente célebre nombre de "corralito". Hablábamos en aquel caso de una economía que sobrevivió con el oxigeno artificial del endeudamiento externo como única fuente de ingreso de divisas durante años, y que antes de colapsar se sometió a controles que invalidaban su propia lógica de funcionamiento, su propia razón de ser, justamente porque se le volvió inviable la última instancia disponible que es el endeudamiento externo.

Una carta peligrosa, que se vuelve mortal cuando se genera dependencia de ella, pero que hoy se mantiene guardada en condiciones no tan adversas para usarla, ya que el peso de la deuda actual en relación al PBI, a las reservas del BCRA y a los montos de las exportaciones es relativamente bajo.

Una apuesta fuerte del polémico Moreno, pero que tiene plan B, no del todo agradable, pero tampoco tan dramático.

Ahora, no deja de asombrar cómo un Gobierno tildado de populista prefiere un particular estrechamiento en el presente desdeñando la salida más simple, a pagar en el futuro, con interés compuesto. Como para reformular el concepto de "populismo", que parece ser algo más complejo que el pensamiento lineal de Prat-Gay o Enrique Szewach, por nombrar a dos tipos al azar, no?

2 comentarios:

Alcides Acevedo dijo...

¿La cuenta de errores y omisiones da 4 mil millones de dólares? mamita, cuánta mentira...

Perec que hay gente que no quiere entender: Argentina ESTA EN DEFAULT, nadie nos quiere prestar, a ninguna tasa, el último que tomó deuda argentina fue Chávez al 17% anual en dólares... y eso para realizar operaciones del tipo contado-con-liqui en el mercado venezolano.

Se acerca el final de la mentira K, hay que rezar.

Anónimo dijo...

ayy alcides hace 9 años que dicen lo mismo, no se cansan ?? quedate tranquilo minimo ( pero muyyyyy minimo quedan 3 años y medio ) segui esperando ...