viernes, 27 de enero de 2012

Otras ideas sobre "sintonía fina"

Un señor, practicándole sintonía fina a un tornillo

La implementación de la sintonía fina va avanzando.
Los últimos movimientos sugieren, a esta altura, la existencia de dos vectores.

Por un lado, el que se denomina de "ajuste" que más allá de las discusiones semánticas sobre si la palabra es adecuada o no para describirlo, existe.
Es la línea de acción que refiere al objetivo expresado por la misma presidenta: corregir las distorsiones. Promesa efectuada ante el "vasco" De Mendiguren, que es capaz de convertirse en un empresario nacional y popular, si es que esto le permite ganar más plata.

Esta línea supone, como decíamos, una corrección de las distorsiones. En sentido ortodoxo. Es la búsqueda por recuperar los equilibrios macroeconómicos perdidos. Voluntariamente perdidos, en el afán heterodoxo de forzar el patrón de acumulación de capital, de manera de generar tensión entre el propósito redistributivo y la obligación de ser el estado burgués, garante de tal patrón de acumulación.
Hasta ahora, se lleva adelante con gradualidad, gracias a los márgenes que el buen desempeño de la economía argentina permite usufructuar.

Por el otro lado, la línea utópica. Con lo antipática que me resulta esta palabra cuando se habla de política.
La línea que supone querer converger en una situación ideal en la que el ahorro fiscal sea producto de la eficientización del gasto, sin tocar los flujos imprescindibles, y aún aumentándolos. Se transita por el delgado equilibrio de aceptar el ortodoxo reconocimiento de que el aumento del gasto público es insostenible, mientras se desprecia la idea complementaria de aquella, de que el Estado no debe cumplimentar un rol activo para redistribuir.

Se trata también de dinamitar los puentes por los cuales los siempre listos a convertir en prebenda cualquier inversión pública saben desviar los flujos de dinero estatal.
El óptimo (tenemos que decirlo) del estado de bienestar europeo y rubio. Que, a algunos inconformables, nos parece insuficiente y hasta un poquito tilinga la exageración de sus bondades.

La sintonía fina entonces desanda hoy el camino de años de forjar la idea de que la intervención estatal y el crecimiento irracional del gasto público siempre se dan juntos. Ganar esa guerra es difícil. No tanto por lo complicado de desarmar los agujeros negros donde se "pierde" la plata, sino porque probablemente es físicamente imposible.

Pero al menos, en el corto plazo, puede llegar a brindar nuevos márgenes para que un ajuste coyuntural no sea tan doloroso.

1 comentario:

uno dijo...

Muy bueno!


Por qué no eficientizar además del gasto, los ingresos? En Pagina12 en estos días había una nota que decía que la presión fiscal en Argentina era alta para Latinoamerica, aunque todavía más baja que en los países de la OCDE. Esa presión, se calcula sobre los que efectivamente pagan impuestos o sobre los que deberían pagar? Porque seguramente la evasión todavía es muy alta comparada con los desarrollados. Por otro lado, ya que se están corrigiendo distorsiones al estilo ortodoxo, no convendría también bajar el IVA para compensar, y ovbiamente aumentar impuestos a la riqueza? Hasta se podría usar en la disputa sindical. Menos aumento pero digamos por ejemplo, bajar el IVA gradualmente. Se que es difícil porque creo que es el impuesto que más recauda, pero en algún momento hay que abordarlo.