viernes, 3 de junio de 2011

Final


Faltan menos de 15 minutos.
Venís superando algunas adversidades: un gol a favor mal anulado, la expulsión de un jugador, un gol en contra que al ser de visitante "vale doble". El rival, por suerte, erró un par de chances de contragolpe.
Te falta un solo gol para dar vuelta la historia. Y tenés un penal a favor. A pesar de todo, estás "vivo".

El relato sugiere que estamos ante la jugada clave, decisiva. En términos dramáticos, lo es. Si la pelota entra, pasás a la final de la Copa Libertadores. Si, en cambio, se va afuera, el que pasa es tu rival.

Pero ¿cómo se llega a una instancia dramática como ésta?

El reglamento de la Copa Libertadores dispone que para la eliminación en octavos, cuartos, semis y final, los equipos se enfrenten en dos partidos, uno cada uno en condición de local. A igualdad de puntos y goles, el que pasa es el que haya convertido más goles en condición de visitante.

Como forma, además, de otorgar una ventaja deportiva, se decide que el que mejor ubicación tuvo en la fase regular (de todos contra todos, por grupo), defina en condición de local estos enfrentamientos de eliminación directa.

Es curioso, sin embargo, que de 14 enfrentamientos (8 por octavos, 4 por cuartos, 2 por semis), en 13 ocasiones haya pasado a la instancia siguiente el que estaba en desventaja deportiva, o sea el que definía como visitante.

Los equipos se comieron el amague reglamentario. La ventaja deportiva de definir en condición de local no es tal en este sistema donde el gol de visitante "vale doble". Porque mantener el arco invicto como local se vuelve tan importante como ganar. Y este objetivo es más fácil de cumplir en el primer partido de la serie (que suele ser más cerrado) que en el segundo (que por la necesidad más apremiante de tener que buscar un resultado los partidos se hacen más abiertos, con más goles).

O sea, a Vélez no lo dejó afuera el error del juez de línea (parcialmente compensado al convalidar el gol del empate de Vélez, en que había off-side), no lo dejó afuera la tontería de Ortiz de terminar expulsado por haber discutido con un rival, no lo dejó afuera (solamente) el penal errado por Silva.

En cuanto a trámite futbolístico, el principal problema de la serie estuvo en haber manejado la pelota durante 70 minutos en el Centenario, en el partido de ida, y no haber podido hacer un gol.

Si se le quiere dar dramatismo a esta situación, la jugada clave es el gol que erra Papa, promediando el primer tiempo de ese partido, solo en el área chica, tirándola por arriba del travesaño.

Pero esas jugadas puntuales, esos errores, esas "malas suertes" son cosas del fútbol. El fútbol es así. Incidencias habituales. Los rivales también erran goles increíbles. Lo definitorio es el trámite de los partidos. Ahí está, para mí, la clave.

2 comentarios:

Contradicto de San Telmo dijo...

Todavia no me puedo reponer...

Udi dijo...

Le aseguro, Mariano, que si bien conozco de su dolor (1972, 1975, 2001) los hay peores, infinitamente, vea.
Un abrazo !