La situación que se presenta en el mercado de trigo genera problemas. Punto.
Después vemos cuales son las causas, las consecuencias, quién es el malo y quién el bueno.
Pero lo cierto es que una herramienta (cualquiera) antes que nada debe ser eficaz. Si no lo es,
algo hay que revisar.
Las exportadoras y los molineros no respetan el precio FAS teórico (precio internacional, menos retenciones, fletes, seguros, etc.), y les pagan menos a los productores por el trigo que éstos cosechan. Eso, al menos, dicen los productores. A pesar de que los molineros reciben subsidio directo de la ONCCA por cada tonelada de trigo que compran a precio FAS. Por ahí las operaciones son en negro. Puede ser. Debe haber muchas así. Pero si los molineros deciden comprar en esas condiciones aún cuando pierden el subsidio, será porque la ecuación les resulta más beneficiosa... Y, entonces, volvemos al punto inicial: la eficacia.
Porque hay que recordar un ítem: el precio FAS teórico lo regula el Estado. Debe promover, entonces, su cumplimiento.
Poco importa si los productores "prefieren" pelearse con el gobierno y demonizar las intervenciones del Estado en el mercado, en lugar de pelearse con sus compradores ( que se valen de su posición "oligopsónica" para vacunarlos). Eso lo discutimos después.
El punto es que, sea como sea, y le demos las explicaciones que le demos, el esquema actual no es eficaz. Hay que meter mano.
Los objetivos declarados de las políticas oficiales son 3:
-garantizar el abasto de trigo que se consume internamente.
-desacoplar el precio interno del producto (y por añadidura de los obtenidos de su procesamiento) del internacional, manteniéndolo más bajo.
-garantizar un precio de materia prima acorde a su procesamiento fronteras adentro en situación de competitividad (mantención y creación de fuentes de trabajo)
En este cuadro, se mezcla después la puja por la renta que se establece al interior mismo de la cadena, entre productores, acopiadores, operadores, exportadores, molineros, etc. y también los diferenciales con que trabajan las industrias a partir de lo que les salen sus materias primas.
Entonces, las retenciones pueden seguir, como mecanismo para fijar el FAS teórico. Y para garantizar el abasto de trigo al mercado interno, se puede disponer que sea el Estado el que compre las toneladas que se calculen necesarias.
Esto es: Junta Nacional de Trigo. Que se adjudica a FAS teórico 6 millones de toneladas (supongamos) por campaña y que les vende después a los molinos (el mecanismo para colocar esas toneladas a los molineros también puede ser pensado con un criterio de ordenamiento del mercado). El diferencial entre el precio FAS y el que paguen los molinos a la Junta equivaldría al subsidio que actualmente cobran directamente los molineros (y que recibirían igual, pero de manera indirecta).
Los excedentes, se los disputarían las exportadoras, ya sin ROEs, que les autoricen las operaciones.
Además, la Junta de Trigo podría incidir sobre la clasificación del grano y el mejoramiento de las calidades.
¿Hacia dónde se trasladarían los problemas? Primero, como siempre, al mercado negro. Aunque el productor no tendría mucho incentivo para vender allí, debido a que recibiría un precio menor.
Segundo problema: el Estado seguiría fijando el precio FAS, distinto del FOB (y bastante más bajo por efecto de las retenciones), lo cual seguiría provocando reclamos "anti-intervencionistas". Lo único que cambiaría es la utilización de un mecanismo para que se respete.
Tercer problema: la absorción en esta nueva entidad de funciones que hoy desempeña la ONCCA, además de algunas otras que lisa y llanamente desaparecerían.