martes, 30 de noviembre de 2010

Adivinanza de fútbol


En la foto hay varios jugadores que fueron campeones del mundo con la selección argentina.
Algunos son fáciles y ya estuvieron en otras fotos del blog. Pero hay uno difícil.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Diseccionando la inflación

Favorece el contexto inflacionario a las empresas?
Digo, si las empresas (así en general, como si fueran un bloque homogeneo) se vieran favorecidas por la inflación, por qué estarían algunas de ellas tan interesadas en modificar este esquema "beneficioso"?

El tema es de alta complejidad. Empezando por el hecho, principalmente, de que "las empresas" son un grupo heterogeneo, con necesidades distintas, con objetivos distintos, y que hacen sus diferencias y usufructúan sus márgenes en situaciones diversas y a veces no compatibles. Es decir, no hay un interés de clase único representado por el colectivo "las empresas".

La inflación es, para la ecuación microeconómica de los grandes conglomerados, un tipo de plan B.
Una especie de remedio (cuya administración tampoco controlan de modo absoluto) ante un estado sub-óptimo.
En principio, la inflación es parte de un contexto que no consta de una única variable. Hay otros elementos que se conjugan y retroalimentan con el aumento generalizado de precios.

La situación ideal de los grandes conglomerados empresarios contempla una inflación baja, tasas de interés reales positivas, y un ambiente amigable con la formulación de ingenierías financieras para invertir sin comerse "stocks".

Digamos: precios subiendo poquito en el año, salarios sólo movidos por productividad pero no en proporción idéntica para uno y otra, de modo tal que un aumento de la productividad redunde en mejora de márgenes, buenas condiciones para la optimización de beneficios en el plano financiero. Distribuir utilidades, para poder fondear sus decisiones de inversión con ampliaciones de capital (emitiendo acciones u otros instrumentos más complejos), diversificar activos aprovechando la libre circulación de capitales, aún especulando con un tipo de cambio real sobrevaluado, si las condiciones lo permitieran.

Aquellas empresas a las que, por tamaño y/o actividad, la competencia externa no les mueve el piso, prefieren ese esquema.

La imposibilidad de manejarse en ese contexto "ideal" lleva a que pasen cosas como que la ampliación de la oferta dependa de la reinversión de utilidades. Los salarios pujando por mejorar, independientemente de la productividad, sumado a lo anterior, generan un contexto subóptimo para la "maximización de beneficios", para estos grandes conglomerados.

El catalizador de la pujanza de esas fuerzas es la demanda. En ella, en su fortalecimiento, confluyen los elementos citados. Y otros que se retroalimentan con aquellos: tasas de interés reales negativas, desincentivo al ahorro, por lo tanto menos liquidez disponible para fondear largo plazo y más para el corto. Los bienes durables aumentan de precio (por la fuerza de la demanda y por pujas salariales) en un porcentaje mayor que el que ofrece el plazo fijo en un año. Quien tiene la guita opta. Y el que no la tiene, hasta se anima a meterse en algún plan.

Las pymes (generalizando) ganan más en este contexto de fortaleza del mercado interno y poca competencia externa, aún cuando sus beneficios se vean recortados y sus márgenes deban ser rediseñados constantemente, debido a las pretensiones salariales de sus empleados.

En algunas de estas empresas más chicas, paradójicamente, anida el germen de la destrucción del esquema, que es sinónimo de inflación desbocada. Porque son estas empresas las que necesitan dar un pasito más en el aumento de precios, ya que es la cobertura que tienen ante la presión de los proveedores, por ejemplo. O porque sus volúmenes de venta los hacen optar por extremar al máximo sus márgenes para cumplir con requisitos de reinversión acordes a sus propuestas de ampliación.

El entramado social y sus relaciones a través de lo productivo son extremadísimamente complejos. Casi inabarcables. No es bueno adoptar sloganes, fértiles en la construcción política tal vez, pero desaconsejables para aquel objetivo subyacente e inexpresable a veces, de quienes tienen la obligación de gobernar, y lo que es lo mismo, mantener cierto orden.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Una vuelta de rosca sobre el asesinato de Mariano Ferreyra

Reproduzco las líneas  (retocadas) de un  intercambio con Sergio en un posteo suyo en Artepolítica:

Me parece que la única manera de que la visión republicana coincida con la de la izquierda en el caso de Mariano Ferreyra es el oportunismo de los primeros, y cierta “desviación” de los segundos.
El eje está en el rol de las fuerzas de seguridad.

El republicanismo no puede condolerse sinceramente por la muerte de un militante que está subvirtiendo el orden constitucional y encima forma parte de una organización que tiene como fundamento ideológico la abolición de la democracia capitalista y la instauración en su reemplazo de un sistema socialista de propiedad colectiva.

El escándalo republicano (ideológicamente genuino) se entendería a partir de la prescindencia policial ante el conflicto (esto de que la policía no reprima el conflicto social), y en que su rol vacante fuera ocupado por una fuerza de choque que depende de una corporación como los sindicatos (corporación de las que no les gustan a los republicanos, ni se quejan de otras corporaciones como las asociaciones empresarias, ni tampoco de los grupos de choque parapoliciales que de ellas pudieran depender).
Ese es el escándalo republicano en el caso. El resto es oportunismo (del lógico: la política es campo fértil para el oportunismo, también).

En el caso de la izquierda, bueno, no deja de ser llamativo que el PO base parte de su reclamo en que la policía no los protegió. La policía (símbolo tal vez máximo del poder burgués que ellos combaten con ansias explícitas de hacerlo desaparecer) “debía cuidarlos”, para que pudieran completar la etapa de su plan de lucha.

Es hasta cómico todo esto (en el sentido artístico de la palabra "comedia").
Y es posible este "paso de comedia política", justamente, porque en el medio hay un populismo, que tiene a cargo los resortes del estado, y que es capaz de cuestionar, subvertir los roles de las instituciones, sin salirse del marco de la institucionalidad del todo, jugando con los márgenes, molestando la organización de la sociedad burguesa y su "lógica" estructura de poder, pero sin extremar posturas para beneplácito de la izquierda.

El populismo descoloca, es revulsivo, no sé si de la realidad, sino de las interpretaciones y de las esquematizaciones de la misma.

A este razonamiento, agrega Sergio (cito casi textual):

 La salvedad que haría es que cualquiera (izquierda, republicanismo) debe convivir con contradicciones y es perfectamente justificable que lo haga, el problema es cuando luego pretenden que el populismo no las tenga.

viernes, 26 de noviembre de 2010

En julio de este año decíamos...

Lo que sigue es una entrada de julio de este año: Boudou y la secreta brasilerización de la economía argentina.

La noticia que dio origen al texto (que se evaluaba una suerte de liberalización de la entrada de capitales, quitando barreras actualmente vigentes) fue desmentida enseguida, y lo sugerido en el post quedó sin efecto.

Quedó sin efecto, Udi? Y lo más complicado: estaría mal o se podría justificar?

Hace unos días trascendió que Boudou estaba trabajando en una modificación de las “restricciones” vigentes al ingreso de capitales. Principalmente, se eliminaría el encaje del 30%, aunque la obligatoriedad de permanencia durante un año continuaría vigente. Esta decisión, se especula, sería un incentivo al ingreso de capital.

La flexibilización habría sido sugerida por Gabbi (Bolsa de Comercio), y tendría el visto bueno, tanto de Boudou, como de la presidenta.

La medida surge en medio de un contexto en el que se visualiza algunos hechos inéditos en la economía “kirchnerista”:

Por un lado, desde hace un tiempo se viene hablando de la pérdida de competitividad de la economía argentina, a partir de un tipo de cambio que se aprecia realmente. No hay en apariencia, como ocurrió otras veces, la intención de acompañar la apreciación real con una depreciación de igual cuantía en términos nominales (o sea, patear para adelante la apreciación). Así, la consecuencia sería una tendencia a converger en un tipo de cambio real más bajo en el corto plazo.

En esa situación es posible que se ponga menos énfasis en el superávit de cuenta corriente, inaugurando un período de cierta tolerancia a la aparición de algún esporádico déficit (es decir, no hacer depender todas las variables de la mantención del superávit).

Por otro lado, el plan Boudou explicitado, consiste en una vuelta a los mercados voluntarios de financiamiento (canje de deuda, etc.). Esto, que ha sido leído como una declaración de la “necesidad fiscal” de financiarse, tal vez no esté enfocado nada más que a “lo fiscal”, sino que esté pensado como una forma de generar opciones de financiamiento para toda la economía.

Entonces, la primera consideración sobre la decisión de flexibilizar el ingreso de capitales es que puede entenderse como parte de un intento por compensar la fuente de financiamiento para grandes empresas que significaba ese mini-mercado de capitales constituido por el flujo de caja de las AFJP (les dolió mucho a las empresas que cotizan en bolsa la estatización, justamente por ese motivo).

Otra cosa que se evalúa, tal vez, es que la economía argentina tiene un bajo nivel de exposición al crédito externo, y que sería hora de ir compensando por esta vía una parte de la actual utilización de recursos de acumulación genuina interna (ahorro en diversas formas).

De cualquier modo, todos estos elementos estarían dando la idea de una tendencia a equilibrar los comportamientos de la balanza comercial (fuertemente superavitaria hoy) y la cuenta financiera (bastante deficitaria hoy).

Punto más, punto menos, una actitud “contracíclica” que hace unos años se llamaba enfriamiento de la economía.

Como corolario, podríamos agregar que al ya citado ancla cambiario, se le suma el ancla fiscal: tres meses consecutivos en que los ingresos crecen más que el gasto, y cierre de semestre con superávit, no sólo primario, sino financiero. Lo cual opera como contención del proceso inflacionario (¿si la inflación anual baja en dos o tres puntos respecto de las expectativas diciembre-marzo en un contexto de crecimiento de la economía, estaríamos hablando de “metas de inflación” mantenidas en secreto?).

El único “elemento heterodoxo” que sobrevive en todo este desarrollo es el comportamiento del consumo, soportado por quienes se obstinan en hacer crecer salarios, asignaciones por hijo y jubilaciones por encima de las “posibilidades de crecimiento de largo plazo” de la economía argentina. Por suerte, agrego yo, que, como se sabe, de economía no entiendo un soto.

España, euro y devaluación

Veníamos hoy escuchando el programa de radio de Juan Pablo Varsky. Se hacía un resumen de la entrada de Lucas Llach.

En líneas cortitas: se supone muy difícil que España abandone el Euro. Se llega a tal conclusión comparando las consecuencias de la devaluación argentina de 2002 y las que tendría una decisión similar en España, hoy. Mientras en Argentina los pasivos del sistema financiero eran un 30% del PBI, en España lo triplican. En resumen, si acá no se pudo cumplir con el famoso "el que depositó dólares recibirá dólares", mucho menos podría cumplirse en España un hipotético "el que depositó Euros recibirá Euros".

El tema es que si se aborta la posibilidad de una salida devaluatoria para la recesión con alto desempleo y se insiste con políticas que implican que el Estado y su gasto actúen de modo procíclico (con recortes y ajustes), y no contracíclico como exigiría el manual, la única vía que queda es la de aumentar esos pasivos que ya hoy son monstruosos en relación al PBI.
La exposición a deuda de la economía española creciendo, de la mano de un Estado que se endeuda, ya no sólo para cubrir sus gastos sino para tapar los agujeros de la balanza de pagos.
Ese intento sería el de "salir para adelante". O sea, lo que se quiso hacer acá en los últimos años de convertibilidad, hasta que se plantó el prestamista de última instancia, que era el FMI (nuestro banco central era impotente, como el de España hoy), y no largó un mango más.

A fines de 2008, con la crisis mundial ya desatada, no recuerdo si Roubini o Soros, dijo algo que me quedó grabado: "la única solución es tirar deuda por la ventana". O sea, aplicado al caso español, que el que debe Euros, deba menos Euros, el que depositó Euros reciba menos Euros, y que los acreedores externos comprendan que España no puede pagar los mismos Euros que recibió (cosa que se hizo también en Argentina, cuando Néstor negoció la quita del 75% con los acreedores privados, una quita compatible con el 300% de devaluación).

La tasa de interés real y la tasa de retorno del capital son precios de la economía. Si se ajustan los valores de los bienes transables (deflación), los salarios (con el alto desempleo disciplinando a la fuerza laboral para que baje sus pretensiones), las pensiones (con recortes de gasto), las transferencias en salud y educación (también con recortes de gasto)... el sector rentístico (bancos, ahorristas, prestamistas, inversores) no puede quedar exceptuado. No es justo que toda la economía sea sacrificada para mantener el retorno de un plazo de fijo de un millón de euros.

Los ortodoxos nos enseñaron que tarde o temprano, la economía ajusta igual, aún contra la voluntad del que decide la política económica. Si vale para unos, debería valer también para otros (españoles), no?

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Sin reservas (argumentales)

La inflación es, efectivamente, un tema.
Pero no un tema en sí mismo. La inflación es parte del famoso "modelo". La parte mala.

Como todo, tomar algunas decisiones exige pagar un costo. Y el costo de tener una economía en crecimiento, de impulsar a propósito ese crecimiento con medidas oficiales, de "mover un poco la copa" para que derrame más que lo que "el Mercado" considera razonable, de intentar ponerle en el bolsillo "capacidad de consumo" a quienes carecen de tales conceptos técnicos, de estar protegidos contra los vaivenes financieros de ese mundo del que de algún modo estamos aislados, el costo de todas esas cosas es justamente la inflación.
A veces los costos son menores a los beneficios. A veces no. Y en la búsqueda de un equilibrio virtuoso hay que manjearse.

Pero hay que saberlo: la inflación es una consecuencia más o menos esperable, a partir de muchas decisiones de política económica que se tomaron en estos años.
Los niveles de inflación ya son otra cosa. Que si 15% es el umbral, que si se puede bancar un poco más, que hasta cuánto se puede tolerar, que si para bajar la inflación no sería necesario tomar medidas más dolorosas que la inflación misma. Todos temas discutibles, pero no es el punto.

El motivo de todos estos comentarios radica en las sensaciones que provoca el tour mediático que inicia Martín Redrado en estos días, tratando justamente el tema de la inflación.
Es muy difícil, realmente, justificar una visión ortodoxa respecto de este asunto, teniendo el privilegio curricular de haber sido durante 7 años el Presidente del Banco Central, en el que hubo una inflación promedio de 15% anual.
Si algo se le puede pedir al presidente del Banco Central, desde un punto de vista ortodoxo (que es el que Redrado expone en la tele cada vez que puede), es que se haga cargo de la inflación. Es responsabilidad de la función que él tuvo durante muchos años explicar por qué se generó inflación.

Las cosas que dice Redrado, qué se yo, pueden tolerarse dichas por Broda, o por Espert. Pero él, justamente él, debería autocensurarse, en defensa propia.


martes, 23 de noviembre de 2010

AUH: un pasito para el lado correcto

Leemos la nota de Página 12.
Se sigue hablando de subsidio como sinónimo de AUH.

Pero más allá de la cuestión lingüística, hay algunas noticias auspiciosas, que van acercando en la práctica un cambio de concepción respecto de la asignación.

Se mantendrá la asignación a la mayoría de los chicos que la cobran y van, a su vez, a escuelas privadas (se establece esto bajo la forma de "excepciones", a partir de los resultados del trabajo de campo hecho por la ANSeS).

Se dice que hay chicos que cobran la AUH, cuyos padres tienen comercios en negro, a pesar de que estarían en condiciones económicas de blanquear. Entonces, más que cortar la AUH, hay que aprovechar la información para obligarlos al blanqueo.

Pero las cosas se encaminan de a poco para el lado correcto.

Seguimos abogando por terminar con la falsa e infértil idea de que la AUH es un subsidio a la pobreza. Para nosotros es un derecho. La ampliación del derecho instaurado por el primer peronismo que se mantiene hasta hoy vigente y que se conoce como Asignación familiar.

Desde acá, saludamos al autor de la foto, la mejor que se le haya sacado a Cristina durante su mandato.

sábado, 20 de noviembre de 2010

El eje no es la trompada

Me parece interesante reflexionar un poquito más sobre lo ocurrido en la Cámara de Diputados esta última semana.

Aclaro nuevamente que el tortazo de Camaño es, para mí, un hecho risueño, anecdótico, insignificante en sí mismo. El valor que tiene, lo absorbe del contexto. El hecho en sí es usado, una vez ocurrido, como símbolo. Pero su significación se remite al resto de los acontecimientos. Los visibles y los no tanto.

Asumo entonces, que no me motiva el más mínimo escándalo un sopapo. Y hasta me parece lógico que cada tanto pase alguna cosa así. No me parece una "vergüenza". No es un "horror" nelsoncastrista.
Se discute, se chicanea, se dicen cosas fuera de lugar, se produce una escalada, y a alguno (el que menos aguante tiene, o el impotente que sabe que ya perdió) se le va la mano. Cosa de más o menos todos los días en cualquier ámbito. Alguna vez tiene que pasar en el Congreso.

Por el otro lado están los dichos de Kunkel. Otra vez reitero lo dicho varias veces. Hay sectores del oficilismo que emplean distintas varas, con el mismo diferencial entre sí que el que les critican a las que emplean los opositores. Si alguien de la oposición hubiese dicho algo parecido del esposo de alguna compañera, y ésta respondía con un bife ¿qué hubiésemos pensado? La "distinta vara" es elemento frecuente en cualquier evaluación, y no es patrimonio de ningún "bando" en particular.

Ahora bien, las respuestas que desde el oficialismo se dan ante el "efecto castañazo" se inscriben en un campo más amplio que el de si está bien o mal pegar un sopapo en medio de una discusión. Debate que, por otro lado, ni a los enfervorizados por la ética pública les resulta demasiado convincente.

La clave del tema pasa por una Camaño que responde con un tortazo, no tanto a la provocación de Kunkel (que está habituada seguramente a ellas) sino por la impotencia que le generó el fracaso en un punto en el que tal vez no sabe digerirlo bien: la conspiración.

Repasando los hechos vemos a Camaño como figura estelar del "escándalo", que se afianzó sobre dos ejes: el  mediático (Carrió-TN), y su reconducción institucional. En este último plano Camaño tomó la posta. Es la presidenta de la Comisión que juzga de algún modo el accionar de los Diputados.

El asunto es que la apuntada directa por todo el operativo fue Patricia Fadel, vicepresidenta segunda de la Cámara. Aquella a la que Hoton llamó para pedirle que la presione.

Hay una bala con el nombre de Patricia Fadel, colocada en la recámara del arma que manejan algunos francotiradores opositores desde principìos del período legislativo. Apuntaron a sacarle el cargo en aquel momento. No es difícil deducir que lo mismo hubiese pasado si prosperaban las denuncias.

Habrá que ver quién o quiénes podían aspirar a ocupar ese espacio si quedara vacante, para entender tal vez por qué jugaron el rol que jugaron en todo este proceso algunos jugadores. Está bien, las cosas son así.
Pero bueno, el que conspira y fracasa, va al muere.
Camaño surtió a Kunkel y dio pie para que esa ley no escrita se cumpla. La quieren hacer renunciar a la presidencia de la comisión. Se me hace que es lo más justo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Los Fondos de la ANSeS y los síntomas de la esquizofrenia

Hace unos días se supo lo de General Motors.
Resulta que en 2009 la ANSeS le había prestado plata a la compañía. Plata del Fondo de Sustentabilidad (la que se recuperó de las AFJP).
La inversión para ANSeS fue exitosa. Recuperó la plata prestada con anticipación, cobró los intereses (anticipados también) por el total de la operación, y colaboró en la generación de más de 1000 puestos de trabajo, que le significan una mejora en los flujos mensuales de caja por incremento de aportes.

Todo esto repercute en el cálculo del coeficiente con el que actualizan jubilaciones dos veces por año (en marzo de 2011 es la próxima "movilidad"), por lo cual (por esto y otros muchos detalles) es de esperar que el porcentaje de aumento de jubilaciones sea bueno.

Esa plata de "los jubilados" que el Gobierno estaba "rifando" e iba a terminar desfinanciando las arcas de la ANSeS para que ningún jubilado más nunca pudiera cobrar una mísera jubilación, resulta que hoy da buenos dividendos.
A tal punto que el discurso actual se mezcla con la idea de pagar mejores jubilaciones (estratosféricas algunas como la del caso Badaro, de más de 30.000 pesos).
El monstruo de dos cabezas dice con una que la ANSeS va a la quiebra por la irresponsabilidad del Gobierno, y con la otra que las cuentas de la ANSeS mejoran y que por ello debería pagar mejores jubilaciones (restituyendo principlamente las jubilaciones de privilegio).

Lo bueno del episodio General Motors es el símbolo. Es la confianza que genera. En quienes deban tomar créditos, en quienes oficien de intermediarios en la licitación de fondos que hace la ANSeS y en los últimos beneficiarios de la operación, los trabajadores activos para quienes se abren nuevas fuentes de trabajo registrado y  los pasivos, para quienes podríamos ir cumpliendo la promesa de mejorarles los ingresos de manera sustentable.

Alguna vez le criticamos su postura conservadora respecto a la AUH.
Pero para estos casos, Bossio cuenta con una solvencia técnica que servirá para que de a poco, en la práctica y a través del éxito nos vayamos dando nuestro banco de desarrollo, que no es incompatible con pagar mejores jubilaciones, sino todo lo contrario.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Que vuelva la Escribanía

La señora Graciela Caamaño, haciendo uso de cierta impunidad de género, hizo lo que muchos, en la oposición, tenían ganas de hacer: surtir a Kunkel.
¿Buscará el kirchnerismo una compañera de mano pesada para hacer lo propio con Fernando Iglesias?

Convengamos que los dichos de Kunkel eran un poquito irritantes. Y "antipolíticos", como se usa decir ahora. Con "doble rasero" alla 678.
Eso sí: no tan antipolíticos como la burda operación "coimas" que la señora Caamaño impulsó con fuerza.
Difícil justificar para una peronista haberse dejado conducir por Carrió (al fracaso, encima).

En política, el que se calienta pierde, decía uno. No estoy de acuerdo: en política y en cualquier otro orden, el que se calienta, es porque ya perdió.

El sopapo es una anécdota sobre la que no vale la pena abundar. Podría servir como condimento (muy menor) a la hora de elaborar el balance de este año de "nuevo Congreso". Balance que, de llevarse a cabo con puntillosidad y sinceridad, unánimente concluiría con un clamor irresistible: "volvamos a la Escribanía, por favor".
Cierto es que todo esto alguna autocrítica desatará (quiero creer!!!!). Si cuando sos minoría perdés, estás dentro de lo esperable. Se puede perder dignamente, digamos. Ahora, si perdés cuando alardeás con una mayoría que casi nunca podés concretar (hay una sola excepción en todo un año), mejor hacé la valija y andate a tu casa. No tendrías que tener revancha.

Para terminar con la Dra. Caamaño, estos episodios podrían servir para que ella, su marido y algún amigo que les queda asumieran que son un espacio minoritario y al borde de la derrota terminal. Eso los obligaría a abstenerse de cancherear, socarrones, con vaticinios de finales de Gobierno anticipados (que serían irritantes si no se revelaran ridículos con antelación; ridiculez apoyada no tanto en el contenido de los dichos, sino en la pose del emisor, que intenta mostrar una fortaleza de la que carece en absoluto). Qué se yo, que el Esposo de Caamaño diga que "los Kirchner" se van a tener que ir antes, es como si Pipo Pescador dijera que va a desbancar a castañazos al jefe de la barra de Almirante Brown.

Carlos Gardel canta Tortazos, dedicado a la ex-compañera, que pudo volver al oficialismo pero prefirió alzar las banderas de la República y la Honestidad



No quiero ser maleducado, pero no tiene un aire?

El Modelo

En el post de Elemaco al que hice mención en la entrada anterior, encontré un comentario, de Andres DJ., que desarrolla una idea muy interesante.
Dice el comentarista que le "cuesta llamarle "modelo" a querer un dólar alto pero tomar medidas en sentido contrario".
Es una idea de mucha fecundidad para la explicación de qué es el kirchnerismo (o el "modelo"). Y dónde está el origen de las tensiones que precupan a Omar y Luciano (que no se cree empleo y que sea difícil por ello "perforar el piso" de la pobreza)

Mantener un dólar alto (o tipo de cambio competitivo) es equivalente a mantener bajos los costos internos de producción. Producir en un país con tipo de cambio competitivo (dólar alto) es más barato. Y por eso produciendo en ese país es más fácil competir en precio con los que producen en otros países.
Es una forma de explicar la cuestión: dólar alto, para sustituir importaciones, mejorar exportaciones, incentivar en definitiva la producción local.

La otra forma (que en realidad no es tan "otra") es concluyendo que mantener bajos los costos de producción, no es otra cosa que mantener bajos los salarios (medidos en dólares). Para que producir en un país sea más barato que producir en otros países, influye mucho que en ese país se paguen salarios más bajos (medidos en divisas) que en esos otros países.

Y ahí entramos en tema.
La inflación relativamente alta de Argentina, atenta contra el objetivo de mantener un dólar alto. Porque (casi) independientemente del comportamiento del valor nominal del dólar, cada vez se hacen necesarios más pesos para pagar los costos de producción. O sea, que se hacen necesarios también más dólares. O sea, a medida que aumentan los costos internos producir en el país se hace más caro en relación a lo que se produce en otros países.

El tema es, entonces, la tensión entre dólar alto e inflación. Uno tira para un lado, el otro tira para el otro.

Sin embargo, habíamos dicho que era muy relevante el papel que jugaba el valor del salario en la cuestión. Entonces, ¿cuál vendría a ser el "pecado" inflacionario del "modelo" de dólar alto? El salario alto en dólares. Que equivale a que no haya dólar alto. Es decir, equivale a apreciación cambiaria y pérdida de competitividad.

Es una reedición del famoso "hecho maldito del país burgués": un Gobierno que instaura un modelo con dólar alto para incentivar la producción, pero que automáticamente cede ante la tentación de mejorar el nivel salarial (y licuar las "ventajas competitivas" que ofrecen los bajos salarios).
Así es la vida. Difícil.

martes, 16 de noviembre de 2010

Club de Paris y fin (?) del modelo

Luciano Cohan (Elemaco) escribe un muy buen post sobre el anuncio del pago al Club de Paris y sus consecuencias.
Pero la verdad es que no acordamos del todo con su opinión. Al menos en algunos de los puntos que toca Luciano.

Primero, nos permitirnos ocuparnos de un recorte de la realidad que se hace en el post citado, que a mi modo de ver es un poco arbitrario.
Luciano anuncia que el déficit financiero del sector público nacional será este año de 1,5% del PBI. Avisa, que para tal cálculo está descontando los ingresos que el fisco recibe por distribución de utilidades del Banco Central, y transferencias de ANSeS.
Está bien. Es una forma de medir. Pero, decir justamente que este déficit financiero sería uno de los elementos que estarían mostrando el fin del "modelo" no se compatibiliza bien con el "descuento" de esos ingresos, que para la visión ortodoxa no serán genuinos, pero que para la lógica interna del "modelo" precisamente, sí lo son.

Es decir, el modelo económico que Luciano describe como de "vivir con lo nuestro" que caracterizó la etapa kirchnerista desde 2003, concibe como legítimo y genuino el uso por parte del fisco de esos recursos para inversión pública, gastos corrientes, programas especiales para financiar actividades con criterio contracíclico (como en 2009), o pago de vencimientos de deuda. Mientras esos recursos existen, mientras la ANSeS capitaliza el rendimiento de sus inversiones (ex-AFJP) o incrementa sus ingresos corrientes por la vía de los aportes en una economía "calentita" en cuanto a nivel de actividad, mientras el Central obtiene utilidades por revaluación de sus reservas, el modelo "mantiene" uno de sus principios en funcionamiento: los recursos disponibles se usan, fluyen, no se ahorran.

Las empresas lo sufren también, y por eso protestan: las utilidades se remesan poco y se reinvierten demasiado, según sus cálculos de "maximización de beneficios".

Más allá de eso, la apreciación cambiaria es tema de debate, y lo hemos tocado varias veces.
Una aclaración casi preliminar: no nos convence la "ilusión monetaria" de que una baja del tipo de cambio mejora el nivel de los ingresos. Verso brasilero de estos últimos años. Se aprecia el real respecto al dólar un poquitito y salen de la pobreza automáticamente 1 millón de personas, que sin embargo siguen viviendo en casas construidas irregularmente, con piso de tierra, sin internet ni cable (es muy baja la penetración de estos servicios en Brasil, según nos cuenta Carlos), y sin que sus hijos vayan a la escuela (a veces, no saben ni leer ni escribir), y lo que es peor, sin que se den cuenta siquiera que su poder adquisitivo mejoró (en dólares).

Lejos de considerarlo como una gran noticia, lo aceptamos como una fatalidad de estos tiempos. Los países emergentes tienden a sufrir una apreciación de su moneda (todos), en relación a los países desarrollados. Ahora bien, que sean "todos" los emergentes los que nos apreciamos, da margen para mantener cierto colchón de competitividad cambiaria en la relación comercial bilateral (Argentina-Brasil, Argentina-China). Esa situación podría atemperar el cambio de esquema, hacerlo menos notorio.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Deuda pública: otros enfoques


Uno de los puntos derivados del post en el que hablábamos de la deuda es el que vincula la actual ratio stock de deuda/PBI (48,6%), con la de principios de 2001 (54%). O la comparación lisa y llana de los stocks: 156.000 millones ahora (serán 152.000 millones a fin de año), 144.000 millones en 2001.

Digamos: la deuda es más baja como porcentaje del PBI, pero poco, y en términos absolutos el stock actual es de 12.000 millones de dólares más.
Pensar en 2001 causa un poco de temor, aparte, porque en 2002 y como consecuencia de lo ocurrido aquel año, el entonces presidente Rodríguez Saa anunció que Argentina entraría en cesación de pagos (no porque el puntano fuera un héroe de la lucha contra el establishment financiero, como quiso hacer creer con algún gesto ampuloso, sino, más pedestremente, porque no podía pagar, no había guita).

Entonces, se puede pensar, ¿qué diferencia radical hay entre la situación actual y la de entonces para que estemos tan seguros de que no vamos a entrar en default de nuevo en el corto plazo?

El tema es así. La ratio deuda/PBI es un indicador de aproximación, pero que deja en la oscuridad muchas cosas que son mucho más importantes respecto de la capacidad de pago de un país.

El problema de 2001 no estuvo relacionado con que el stock de deuda era mayor al que la estructura productiva de Argentina podía someterse.
El origen del default estuvo en el esquema macroeconómico y la exposición en que el mismo dejaba a la Argentina al flujo de dólares negativo que era marca de aquel entonces.
Argentina tenía un problema: el dólar era barato, lo importado era barato, y todo esto confluía en una salida de dólares que no se compensaba con nuevos ingresos. 1º escollo entonces: salida neta de dólares por propia dinámica del sector privado.
Encima de ese colchón de espinas el Estado tenía que afrontar vencimientos de deuda. O sea, hacer salir más dólares todavía.

El bajo nivel de actividad económica hacía que la recaudación del Estado, en pesos, fuera reducida, a tal punto que ni siquiera alcanzaba para pagar gastos corrientes. Pero aún si hubiese contado (el Estado) con los pesos suficientes no hubiera podido hacerse de los dólares necesarios para pagar los vencimientos de deuda. Las reservas del Central se evaporaban por 3 vías:
más importaciones que exportaciones,
fuga de capitales (las privatizadas por ejemplo, derivaban sus utilidades en dólares a sus casas matrices)
y vencimientos de deuda que el Estado afrontaba.
Chicana adicional: directa o indirectamente, siempre se paga con reservas. Siempre, pagar deuda externa es mandar dólares desde Argentina a otro país.

Esta situación confluía en que el estado tuviera:
Necesidad de refinanciar vencimientos.
Necesidad de tomar deuda para pagar gastos corrientes.
Necesidad de tomar más deuda para hacer entrar dólares y aunque sea depositarlos en una cuentita para que el Central tuviera reservas necesarias para sostener el sistema financiero.

Ese flujo (el ingreso de dólares vía toma de deuda que era la única forma que se podían hacer entrar) es el que se cortó en 2001. Por eso el corralito. Por eso la bomba explotó en el ámbito doméstico primero. Por eso, se cortó la cadena de pagos interna, y recién después tuvimos (el Estado) que cortar la cadena externa. Para no seguir quedándonos sin dólares (ya casi no había más).

Entonces, para ver si es mejor o no la situación de la deuda pública ahora, habría que medir en qué relación la deuda aumenta, y qué comportamiento paralelo tienen las reservas del Banco Central.
Y más precisamente, tal vez, ver cuáles son los montos de vencimientos de deuda en dólares que hay que afrontar, digamos, en los próximos dos años, y ver  las perspectivas de corto plazo para las reservas internacionales, que en lo que va de este año aumentaron un valor neto de 4.000 millones de dólares aproximadamente.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tregua


Reutemann dejó el PJ Federal.
Sentencia taxativa, que en realidad no dice gran cosa.
Que un dirigente haya abandonado un espacio cuya existencia misma no está del todo comprobada no puede ser un hecho tan significativo.

Es probable que el mensaje que esté dando Reutemann en este momento tenga que ver más con darle prioridad a la situación provincial, pensando en un nuevo ordenamiento que no excluya a ningún sector identificado con el peronismo. Lo nacional esperará.
Un tiempo.

Por ahora, el gesto de Reutemann parece indicar que el año legislativo está prácticamente terminado. Que la agenda opositora en el Congreso se pospone para el año que viene.
Pero ojo con la confusión. Semejante gesto de pragmatismo no puede conducir a nadie a engaño. Falta una eternidad para marzo (ni hablemos de las elecciones).
Nadie está retirado antes de que empiece la verdadera carrera. Ojo con los festejos anticipados, que después es más difícil pasar el bajón.

Sinceramente no creo que la posibilidad de una candidatura de Reutemann a la presidencia esté cerrada definitivamente. Creo que él va a esperar la oportunidad para definirse. Y para ese momento querrá estar en un lugar "adecuado".

"Preparándonos para el día después de la euforia", dice el subtítulo de este blog. La tregua que generó la muerte de Néstor va terminando de a poco. Dentro de unos meses, tal vez ni nos acordemos que hubo una tregua.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los aumentos de precios

Algunas voces oficiales hablaron en las últimas horas de aumentos de precios. La palabra inflación, obviamente, está prohibida.
La causa de esos aumentos es la posición dominante de mercado que ostentan algunos actores, lo que les permite poner los precios que quieren sin perjuicio, dicen esas voces.
Es un exceso tal opinión.

Es imposible negar que hay actores con lugar privilegiado, en las socidades capitalistas, que concentran poder económico y que establecen posiciones dominantes de mercado, y que tal situación les permite usufructuar beneficios en cualquier contexto.
Pero justamente la forma que adquiere esa apropiación de excedentes es moldeada por condiciones objetivas.
Esos actores sacan ventajas mediante la especulación con divisas en contextos de escasez de dólares; obtienen grandes réditos por poner sus utilidades a trabajar en la bolsa si las condiciones favorecen altas tasas de retorno a la actividad bursátil en comparación con un retorno menor en la actividad productiva; o desarrollan ingenierías de triangulación elusiva para exportar si tal cosa les resulta conveniente.
También (lógicamente), si las condiciones son propicias, obtienen ventajas en contextos inflacionarios.

Pero justamente lo que se necesita para que esto sea posible es que existan condiciones propicias para el aumento de precios generalizado, es decir, la inflación.

Sería preferible explicar directamente lo que ya hemos dicho varias veces: que la puesta en marcha de un plan ortodoxo y efectivo para combatir la inflación tendría costos socio-económicos más altos que la inflación misma.
Y que ante ese diagnóstico tal vez sea preferible limitarse a ponerle algún hielo a los momentos de mayor inflamación del hematoma, en vez de extirpar el mal de raiz.

Pero engañar, aún engañándonos a nostros mismos, no es un buen camino para seguir.

Deuda pública

Como todo cae en el olvido rápidamente es bueno recordar algunas cosas que ocurrieron no hace demasiado tiempo.

A principios de este año el Gobierno ordenó al BCRA la transferencia de más de 6.000 millones de dólares a una cuenta del Tesoro para cancelar vencimientos de deuda a lo largo del año. A pesar de esta "sangría" que el Gobierno exigía al Banco central, hoy las reservas internacionales ascienden a más de 52.000 millones de dólares, unos 4.000 millones más que cuando se tomó la decisión.

Para la operación el Tesoro le dio al Banco dos Letras intransferibles que vencen en 2020. Esas Letras, que son un activo del Banco porque es una deuda que como acreedor va a cobrar, no se computan en el rubro Reservas Internacionales.

Es decir, a pesar de los más de 6.000 millones de dólares de reservas que se transfirió al Tesoro, las reservas aumentaron unos 4.000 millones de dólares, respecto al día previo a la transferencia.
Los problemas de Balanza de pagos que se vaticinaron entonces fueron inexistentes, y a la vista de los resultados hasta podría decirse que el cálculo para la transferencia de reservas fue bastante conservador: se podría haber transferido más incluso, sin que el BCRA hubiera "perdido" reservas.

La otra punta de la operación es la deuda pública.
Al 30 de junio (último dato disponible) la deuda del sector público no financiero ascendía a más de 156.691 millones de dólares. Unos 9.100 millones más que en diciembre de 2009. El motivo más grueso del incremento se da en dos factores fundamentales: primero, las Letras intransferibles dadas al BCRA por 6.589 millones de dólares. El Tesoro contrajo esa deuda con el BCRA en marzo. Pero al 30 de junio todavía no se habían aplicado a pagos 4.188 millones de dólares, correspondientes a vencimientos de la segunda mitad del año. Para fin de año esa suma estará restada del total.
El segundo factor fundamental es la reapertura del canje de deuda en default, que blanqueó 4.053 millones de dólares más que se encontraban fuera del cómputo.

Después sumaron un poquito los mismos factores de siempre: capitalización de intereses, colocaciones de BOCON y otras emisiones menores. Y el efecto del recálculo a partir de los cambios en las valuaciones de las monedas, que en este período dio un saldo positivo (bajó la deuda en 2.000 millones de dólares aproximadamente).

A pesar de este incremento, en parte real aunque esperado (por el canje de deuda en default), en parte ficticio por el desfasaje temporal contable de la operación con el BCRA, la deuda pública como porcentaje del PBI bajó del 48,8% al 48,6% y es esperable que baje más cuando se apliquen los fondos contraidos por deuda con el BCRA al pago de vencimientos.

La normalización con el Club de París, contrayendo deuda a 7% por una parte, y pagando con reservas otra parte, dejaría a la deuda pública argentina totalmente normalizada.

Después del desbarajuste que recibió Néstor en 2003 estamos ante la inminencia de una proeza silenciosa, que no se puede festejar mucho para no ser acusado por el dedo progre de estar beneficiando al sistema financiero internacional, etc.
La decisión audaz de pagar con reservas ( encima sin que esto implicara ninguna consecuencia jurídica como las que se vaticinaron) se mostró plenamente exitosa en los resultados, y sería bueno que se hiciera un reconocimiento público de la situación.
Del supuesto riesgo de default, aparte, ya no se acuerda nadie. Algunos no quieren acordarse, mejor dicho, porque le pifiaron por mucha diferencia.

martes, 9 de noviembre de 2010

Patrón oro contra la "guerra de monedas": 40 años para atrás

Leemos en El Cronista que el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, propone volver al patrón oro.

La crítica más sensata de todas las que desató la propuesta es la de Edel Tully: para garantizar la estabilidad del sistema es necesario que la reserva de valor tenga una oferta que pueda crecer al mismo ritmo que el comercio internacional. El oro, como mercancía de tipo físico que es, no tiene esa posibilidad. Hay que sacarlo de la tierra (con minería a cielo abierto, pero sin dañar el agua, ojo) para engordar la oferta.

En la teoría, adoptar el patrón oro nuevamente, sería un retroceso conceptual tremendo. Retroceso teórico. El abandono de una moneda fiduciaria como reserva de valor y unidad de cuenta, y su reemplazo por el atesoramiento de una mercancía física como el oro, sería una "solución" de tipo recesivo para un período como el actual, en que la moneda fiduciaria que actúa como reserva de valor se debilita (la política monetaria de la FED, además, busca este debilitamiento).

El momento histórico es una paradoja. La demanda de dólares como moneda que rige el comercio mundial no disminuye, al menos con el mismo ritmo con que se acrecienta su oferta.
Los países "ricos" (medido en poder adquisitivo de sus clases medias, relacionado con el alto valor de sus monedas) quieren dejar de ser "ricos". Pero los emergentes no quieren dar el salto para ocupar su lugar (porque les insumiría una reconversión productiva en forma de "shock"). Ese es el nodo principal.
La "crisis monetaria" tiene causa "real". La causa real es que el "factor riqueza" que creó el modelo neoclásico en los 70 colapsó. Nadie quiere seguir siendo "rico", si la riqueza se entiende con ese criterio.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Juan B. Justo y tránsito: problemas de porteños

En ¿Quién lo paga?, Frank Pentangeli (con quien nos solíamos visitar seguido desde Cartoneros) hace un elogio de la idea del intendente porteño de crear un "metrobus" que recorra por un carril exclusivo la avenida Juan B. Justo de punta a punta. El proyecto, se asume, permitiría buena calidad de viaje para quienes vienen desde el oeste del conurbano a trabajar al centro de la ciudad, desincentivando el uso del automóvil y estimulando la combinación de este nuevo "metrobus" con las líneas de subte B y D para llegar al microcentro.

Mi impresión es que no habría que desmesurar las expectativas.
En principio, una mayor afluencia de gente a los subtes B y D para llegar al centro, por ejemplo, simplemente correría de lugar el cuello de botella. Menos quilombo en Liniers, pero imposible Plaza Italia o Corrientes y Dorrego (suponiendo, para el primer caso, que el puente de Juan B. Justo y Córdoba esté apto para el paso del nuevo transporte). Esa sola situación casi que malograría la idea de desincentivar el ingreso de automóviles. Deberíamos esperar un comportamiento medianamente racional de las personas.

Me parece que la idea de crear transportes colectivos por carriles exclusivos que surquen de punta a punta las principales avenidas porteñas prosperaría. Pero sería necesario el funcionamiento de una red extendida en muchas otras avenidas para que los buenos resultados fueran palpables. Lo cual requeriría de un rediseño integral de todo el sistema de transporte urbano. No habría que subestimar la puja de intereses empresarios que hay en torno a la concesión de líneas de colectivos, por ejemplo.

Finalmente, es probable que Macri se vaya del Gobierno de la Ciudad habiendo dejado algunas marcas solamente, que en el corto plazo no van a propiciar mejoras reales en el tránsito, y eso le va a insumir un costo político (un ejemplo es la improvisación de las avenidas doble mano).
El tema del tránsito en la CABA es muy difícil de resolver, es cierto, y no es culpa de Macri el actual desbarajuste. Digamos que el punto nodal del problema tránsito está dado en una red de transporte público que no da abasto suficiente para una economía en crecimiento, geográficamente centralizada de una manera que de tan desproporcionada se vuelve deforme.

Pero en resultados, el balance hasta el momento de la gestión de Macri es negativo, me parece. Casi nada de lo implementado funcionó (y no se cumplió la promesa de los 10 km de subte anuales). El tránsito hoy está un poquito peor que hace tres años. Hasta los semáforos andan mal. Este tipo de ineficiencias prácticas son lapidarias para con cualquier idea de largo plazo, por más extraordinaria que fuera. Sencillamente (y esto se destaca como una virtud republicana, así que a no llorar) porque los tiempos políticos no se complementan bien con la idea de "pensar el país de los próximos 20 años".

domingo, 7 de noviembre de 2010

Las empresas no paran de hacer concesiones, cuánta generosidad.

Dice Il Postino en un comentario al post anterior, en que se discute la idea de Solanet de que el aguinaldo es un "premio" que las empresas nos dan a los asalariados:
"Entendido así, también son un regalo a las otras 16 horas del día que no trabajamos..."
Il Postino da en la tecla.
Los trabajadores asalariados somos unos desagradecidos que no le reconocemos a la burguesía la gran concesión histórica que nos han hecho: liberarnos de la esclavitud para convertirnos en asalariados.
Es una gran lástima que la generalización de este beneficio haya hecho que los trabajadores ya no seamos conscientes de que es un premio que las empresas nos dan por haber contribuido al desarrollo del capitalismo.
En fin, una consecuencia indeseable de que la Revolución francesa y su ideario hayan caído en manos de sectores extremistas y populistas.

¿A alguien se le ocurren más regalos de los que somos acreedores y que no hemos agradecido lo suficiente debido a su "generalización"?

sábado, 6 de noviembre de 2010

El aguinaldo no es un regalo, ignorante.


Nos enteramos por el blog de Artemio, que Manuel Solanet (de cuya ignorancia recién nos desayunamos, ya que lo teníamos en mejor consideración) dijo en la radio, hablando sobre la ley de participación de los trabajadores en las ganancias empresarias:

Desde el punto de vista de los trabajadores al tener carácter obligatorio pierde la calidad de incentivo. Como pasó con el aguinaldo, al hacerse obligatorio ya ningún trabajador considera que la empresa en realidad lo está premiando con un sueldo extra
Rescatamos un viejo posteo, entonces, en el cual vaticinábamos el paralelismo entre el aguinaldo y este proyecto de ley. 
Cuando el primer peronismo sancionó con fuerza de ley el pago del aguinaldo, en realidad no inventó nada. Algunas empresas (pocas) ya lo pagaban (arbitrariamente, solamente si querían y a quién querían).
Perón hizo lo que debía hacerse: legalizar, para generalizar.

El aguinaldo no es una concesión de "su propiedad privada" que las empresas hacen a los trabajadores.

Por cuestiones contables, la liquidación de haberes mensuales se estipula, a los fines prácticos, computando cuatro semanas por mes (o dos por quincena). Total anual: 48 semanas. Sin embargo, el año calendario (ese invento peronista) tiene 52 semanas. O sea, el equivalente a un salario más. Ese decimotercer salario es el aguinaldo.

Desde hace años se apropian inconstitucionalmente de las ganancias de las empresas. Pero no abusen que ni el calendario, ni la contabilidad son propiedad privada, Solanet. Después de todo, si los dispositivos que inventan para tal aporpiación no les son funcionales, qué culpa tenemos nosotros? Les estamos dando la ventaja de discutir dentro de su misma lógica: con la Constitución, con la contabilidad, con la legalidad. ¿O van a reconocer que en ese marco de "transparencia republicana" no se sienten todo lo locales que necesitarían? Si lo reconocieran, sería un hecho histórico. Otro hecho histórico.

viernes, 5 de noviembre de 2010

El poder de las utilidades

El fútbol chileno se vio conmovido en estos últimos días por unos acontecimientos bastante interesantes. Cosas que ocurrieron, muy distintas a las que podría esperarse de "países serios". Habrá que ver si Chile sigue calificando como tal en la consideración general. Por lo pronto podemos concluir que en Canadá estas cosas no pasan. Ni tampoco se agregan feriados así, al tún-tún, típico de países bananeros. Fijate que en Japón los trabajadores cuando protestan en lugar de hacer paro, trabajan más. No como acá que son todos vagos. En fin.

Retomando tema fútbol chileno. Resulta que estaba todo acordado para que Harold Mayne-Nicholls (que es chileno a pesar de que su nombre pareciera desmentirlo) fuera reelecto como presidente de la Federación de Fútbol de Chile.

Pero parece que este señor tenía planes un poco revulsivos, digamos, o, mejor, crispados (para usar jerga afín). Por ejemplo, obligó a los clubes (que son sociedades anónimas en su mayoría) a dividir más equilibradamente la guita de la televisión, tocándoles una porción mayor a los clubes chicos en detrimento de los grandes. Tenía, también, el proyecto de obligarlos (un típico caso de autoritarismo auyentador de inversores, que en los clubes de fútbol chilenos los hay y muchos) a reinvertir utilidades en infraestructura.
Las sociedades anónimas tenían otros planes, empero: distribuir dividendos entre sus accionistas. Lo mismo que hacen en todos los países del mundo, salvo acá, que les distribuyen a todos los accionistas menos a la ANSES.

Resulta que los dirigentes de los clubes más importantes aprovecharon un viaje a Suiza del chileno de nombre inglés para armar una lista y competir por la presidencia de la Federación. Al parecer, gran influencia tuvo en la jugada el actual Presidente del país Piñera, quien fuera dueño de la parte mayoritaria de las acciones de Colo-Colo (vendidas a algún testaferro -dicen las malas lenguas- como parte del plan de desinversión "republicana" antes de la asunción de la presidencia).

El elegido para reemplazar a Mayne-Nicholls se llama Segovia, es presidente de la Unión Española, y es de nacionalidad española también. Ganó la votación. Poco importó que Bielsa, que había sido contratado por Mayne-Nicholls le brindara lealtad al susodicho y anunciara que si ganaba Segovia renunciaba a su cargo de entrenador de la selección chilena.

La conclusión es que el destino de las utilidades de las sociedades anónimas es el centro de la toma de decisión en el fútbol chileno.

Esto nos sirve para recordar algunas cosas. El "mafioso" presidente de AFA, Julio Grondona, puesto en AFA por Massera, fue la principal barrera de contención, en los hechos, del proyecto de sociedades anónimas deportivas en los clubes argentinos. Defendió en la práctica el modelo de asociaciones civiles sin fines de lucro. Justo para ese período fue cuando empezó a convertirse en verdadero "mafioso" en la consideración general (también para esas fechas, es justo aclararlo, se firmaron los contratos con TYC).

Seguramente no fue tan importante lo hecho por Grondona en el terreno de la política y la negociación para defender ese modelo organizativo, como las estridentes editoriales progresistas que periodistas y comentadores probos llevaron a cabo, verdaderas definiciones ideológicas de izquierda en defensa de un tipo de organización que se daba por perimido, y que en este país se defendió y se sostuvo en contra de la corriente que azotaba al mundo por entonces. Grondona, que, se dice, aparte de mafioso es fascista, jamás hizo defensas discursivas tan fervorosas de ese modelo de organización que prioriza la función social del club en lugar de la ecuación económica.

Sin embargo, acá tenemos una idea muy firme y que no cambiamos. Hay que volver a decirlo porque nos lo olvidamos fácil, parece: la única verdad es la realidad.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Aliverti y los "símbolos"

Ayer vi a Aliverti en 678.
Decía que, salvo por las retenciones y lateralmente con la Ley de Medios, el kirchnerismo no había tocado intereses económicos. Manifestaba, entonces, perplejidad retórica ante el odio que algunos sentían por Kirchner.
Y su respuesta fue: "les tocó los símbolos".

Mis ideas difieren mucho de este análisis, que implícitamente supone que el modelo implantado en 2003 resulta revulsivo a sectores de poder concentrado y tradicional por su condición "progre". Pinta (Aliverti, tal vez sin quererlo) un "kirchnerismo" principalmente preocupado por modificar aspectos que se agrupan dentro de lo que se llama "legislación general". Más allá de los sentimientos exacerbados que esa agenda pueda despertar en, qué se yo, Mariano Grondona, me parece una injusticia caracterizar a todo el proceso de tal forma.

En realidad, muchas veces se confunde el volumen de facturación de las grandes empresas (crecido exponencialmente en estos años) con una situación ultra ventajosa para los "empresarios". Y esto no es necesariamente así.
El modelo económico del período se caracterizó hasta este año por un pilar fundamental: tener un tipo de cambio nominal siempre ajustando al alza por encima de lo que exigía el "punto de equilibrio", para "forzar" un tipo de cambio real alto. Inclusive, a costa de acelerar la inflación.
Un esquema así redunda principlamente en tasas de interés reales negativas, e incentivos a la inversión en bienes físicos. Para las familias es "más ganancia" comprar un auto que poner un plazo fijo. Para las empresas, es mejor agrandar la planta que comprar divisas y diferirlas a Islas Caimán.

Por supuesto que nada es absoluto, y todas las alternativas conviven, pero en líneas generales, un modelo como el descripto tiende a favorecer la actividad productiva. Esta actividad absorbe parte importante de los excedentes, que en otros contextos se transformarían en ahorro. La que pierde es la actividad que podríamos llamar rentística.

Muchos otros factores influyen, pero no es ilógico pensar que las grandes empresas (por ejemplo las que cotizan en bolsa) preferirían un esquema en el cual crecieran de modo más equilibrado su componente físico y su capital nominal, expresado en títulos, acciones y otros activos financieros internos y externos.
La proporción de reinversión de utilidades es lo que les modifica dramáticamente la ecuación. Con un esquema como el actual esa proporción es alta.

Por supuesto, esto genera más empleo, más consumo, más inversión pública, tangencialmente.

Pienso que allí y no en otro lado radica el centro de la cuestión, y que salvo algún que otro despistado, los muchachos de AEA y la UIA (más precisamente el sector que hoy la maneja) se pasan olímpicamente los símbolos por el forro, de ida y de vuelta.

martes, 2 de noviembre de 2010

Productividad y fracturas intra-clase

Una de las claves para alcanzar el desarrollo en el capitalismo es la productividad.
Cuanto mayor sea la cantidad de unidades de producto obtenidas con la misma cantidad de horas-hombre de trabajo, más cerca se está del desarrollo.

Alcanzar una mayor productividad tiende a modificar la "composición orgánica del capital". El "costo" de la fuerza de trabajo incidirá menos en el producto obtenido. El capital fijo gana proporción. La tecnología hace al hombre más productivo. Menos horas-hombre, entonces, consiguen confeccionar mayor cantidad de unidades de producto.

Si con igual cantidad de horas-hombre se consigue más producto, paralelamente y en el mismo acto, pagando igual salario se consigue más producto.
El "costo" laboral (salario más aportes) será menor en relación al precio del producto obtenido. Pero paradójicamente, el salario del trabajador más productivo podría intercambiarse por más cantidad de unidades de producto.

Sin embargo, podemos salir un poco de la empresa, y ver el funcionamiento macro del sistema en que cada unidad productiva es apenas un engranaje.
Para que estos salarios de trabajadores productivos y calificados sean considerados altos hay que valuarlos (como todo) en términos relativos.
La mejor medida para establecer el valor de un salario es la cantidad de canastas básicas de consumo que se puede comprar con él. Acceder a una canasta de consumo es garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo atemporal e intergeneracionalmente (el sistema necesita que el trabajador alimente, cuide la salud, eduque a sus hijos para que puedan en un futuro desarrollar actividades productivas).

Entonces, un salario de un trabajador muy productivo que opera en actividades de tecnologías complejas será alto en tanto su valor pueda intercambiarse por un número elevado de canastas de consumo. Para que esto sea así, debe haber indefectiblemente trabajadores cuyos salarios no tengan valores tan elevados, ya que un elevado costo laboral en la producción de determinados bienes y servicios alteraría la relación entre salarios altos y canastas de productos.

Durante la convertibilidad el espectáculo de este proceso al que grandilocuentemente llamamos "fracturas intra-clase" fue evidente. Asalariados del área de servicios consumían alimentos boutique importados, usaban perfumes y cosméticos exóticos, viajaban por el mundo de vacaciones, se hacían intervenciones quirúrjicas estéticas, al tiempo que otros se pauperizaban al extremo de no tener ni cobertura mínima de salud, por ejemplo, y un "tercer grupo" se quedaba afuera de todo.
Un esquema como el de la convertibilidad brindaba condiciones óptimas para el desarrollo de tal proceso. Sin embargo, es un proceso que es inherente al capitalismo.

La intervención del Estado en la economía debe operar sobre esta cuestión.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Los desafíos de la "profundización del modelo".



Señala Luciano qué significaría para él “profundizar el modelo”. Delinea, digamos, una agenda en base al punteo de objetivos.


“…sería lograr operativamente que la AUH llegue a los 2 palos de pibes que no la cobran. Sería crear empleo en un modelo que ya no puede incorporar más, y que tiene que cualificar la discusión para crear condiciones mínimas de expansión de la base productiva sí o sí. Sería ir por el blanqueo laboral hasta las últimas consecuencias, lo que también obliga a discutir los límites y crujidos de la capacidad instalada de la economía (…). Sería reordenar la actuación del Estado para mejorar el servicio de transporte público y su relación con el aparato productivo: que el amigo Hugo no se enoje, pero el dilema es trenes o camiones. Sería crear una política de crédito hipotecario para gente de carne y hueso, con salarios de carne y hueso”.
Está muy bien.
Pero me animo a profundizar un poco, evaluando cuáles son las condiciones de posibilidad para el cumplimiento de algunos de estos objetivos, y a través de qué prácticas.

Me preocupa particularmente lo que trata del “ensanchamiento de la base productiva”. Y lo vinculo íntimamente con el objetivo de avanzar en el “blanqueo laboral”.

En este punto, tenemos un problema doble: la competitividad, y la inflación. Pero vamos de a poco.

Ensanchar la base productiva para incorporar más gente al trabajo exige que hagamos un análisis profundo acerca de qué gente y en qué condiciones y actividades podría incorporarse. Es un tema complejo, porque definir el tipo de actividades que se debería fomentar para soportar el peso de la creación de empleo significa ver cuáles son las herramientas de política económica que se pueden emplear a tales fines.

Sin demasiado rigor científico, sino simplemente como mecanismo de aproximación al problema, tenemos que hacer una diferenciación de los “recursos humanos” que necesitan que se les abran espacios en el mercado laboral para insertarse.

Hay industrias que requieren la incorporación de empleados calificados y que se han encontrado con que no sólo por su dotación de capital se encuentran al límite de la capacidad instalada, sino también en cuanto a la posibilidad de encontrar recursos humanos formados para llevar a cabo tareas específicas.
Estas industrias, que en su ensanchamiento generan empleo calificado y bien pago, requieren para tal desarrollo (más allá de las condiciones de mercado “amigables” con las que cuentan, que no es otra cosa que percibir la existencia de una demanda real o potencial insatisfecha para los bienes o servicios que producen) de políticas específicas, microeconómicas. La llamada “sintonía fina” que intenta llevar adelante Debora Giorgi.

Abaratar costos de una actividad productiva para volverla más competitiva es posible con dos variantes (en principio):
a) manteniendo el tipo de cambio alto, que es (más o menos) tener salarios bajos en divisas (antes hablábamos con más soltura de dólares; la devaluación mundial del dólar vuelve casi irrelevante el valor de los costos de producción en dólares si se mantienen bajos en otras monedas de países competidores), o
b) buscando variantes organizativas, de financiación o de equipamiento que abaraten la dotación de capital y mejoren la productividad.

Lo que el Ministerio de Giorgi busca es desarrollar productividad independiente del nivel del tipo de cambio. O sea, poder tener actividades competitivas, sin devaluar.
Esta tarea exige que se identifique previamente a partir de postulados estratégicos qué actividades se deben fomentar con prioridad. Más o menos hay acuerdo a nivel mundial de cuál es el corpus de actividades que están dentro de esta selecta caracterización.

Digamos, también, que el crecimiento de estas actividades tiene un factor multiplicador secundario: el desarrollo paralelo de actividades de no tan alto valor agregado, de menor calificación de las tareas, que proveen a estas industrias. Por ejemplo, la mayor producción de reactores nucleares y satélites necesita de mayor abastecimiento de tornillos, digamos.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando una parte importante de la población desocupada está fuera de este circuito? ¿qué pasa cuando no hay “puentes” entre el desempleado sin calificación y el desarrollo de actividades de alto valor agregado?
Las cooperativas textiles de Alicia (por nombrar unas) ocupan el lugar (no hago valoración del trabajo de Alicia en el Ministerio de Desarrollo social, estoy hablando de un modelo de actividad). Estas actividades menos calificadas pagan menores salarios. Y su competitividad está totalmente ligada al tipo de cambio. Sin salarios bajos en divisas no se puede competir con los guardapolvos provenientes de países asiáticos que emplean trabajadores esclavos. No se puede competir en precio, digo.

Y entonces, ¿cómo mantenemos un tipo de cambio elevado que nos abarate la producción textil, sin que como contrapartida se nos genere inflación? Y al mismo tiempo, ¿cómo conjugamos el contexto de tipo de cambio artificialmente alto e inflación, con la generación de ventajas competitivas para las industrias altamente calificadas, que requieren como condición cierta estabilidad de precios, por ejemplo, para abaratar el acceso al capital vía crédito más barato?

Operar sobre esas fracturas de la estructura social que genera el desarrollo del capitalismo es un desafío ciclópeo.